La delgada línea
Participar en política es, cada día, más complejo, sobre todo porque, valga la redundancia, queramos o no, somos seres políticos a quienes las decisiones políticas nos afectan. Por eso es que no entiendo a la gente que no vota, que no tiene una posición frente a lo que pasa en su ciudad, región o país y prefiere dejar todas las decisiones en manos de otros a quienes ni conoce… Pero eso será tema de otro día, el de hoy es la aparente participación en política del general Zapateiro a través de su cuenta de Twitter al responder acusaciones que hace Gustavo Petro, trinos que harán que la Procuraduría abra una investigación preliminar en su caso.
Porque el general Zapateiro tiene que soportar de manera estoica que Gustavo Petro diga en un Twitter “Mientras los soldados son asesinados por el Clan del Golfo, algunos de los generales están en la nómina del Clan. La cúpula se corrompe cuando son los politiqueros del narcotráfico los que terminan ascendiendo a los generales”, lo que parece una acusación que el general le instó a denunciar, mientras, en seis (6) trinos, le pidió no usar la muerte de los soldados como narrativas de campaña política y su investidura para hacer politiquería, y le recordó que fue a él a quien se vio en televisión recibiendo dinero en mal habido en bolsas de basura.
Pero, al parecer, esto es indebido por parte de Zapateiro, porque, según el artículo 219 de nuestra Constitución, “La Fuerza Pública no es deliberante; no podrá reunirse sino por orden de autoridad legítima, ni dirigir peticiones, excepto sobre asuntos que se relacionen con el servicio y la moralidad del respectivo cuerpo y con arreglo a la ley. Los miembros de la Fuerza Pública no podrán ejercer la función del sufragio mientras permanezcan en servicio activo, ni intervenir en actividades o debates de partidos o movimientos políticos” y, como ciudadana de a pie, no veo actividad o debate de partido político, pero sí veo un líder que es capaz de salir a defender la moral del cuerpo que dirige. Porque para nadie es un secreto que para Gustavo Petro fue fácil dejar a Piedad Córdoba sola en su defensa (¿Será que sabe algo de ella que nosotros no?), pero no podemos pretender que el general Zapateiro haga lo mismo con los miembros de su institución, personas en quienes cree. ¿Será que debe entonces, el comandante del Ejército Nacional de Colombia, permitir que alguien agreda la integridad de la institución que dirige y escucharlo en silencio? Soy clara: No sé si la acusación de Petro sobre la cúpula militar tiene fundamento y razón o no, lo que sí sé es que consentir que alguien, cualquiera, se vaya lanza en ristre con acusaciones que no han sido probadas contra la institución, lugar o persona en quien se cree, no es viable para muchos de nosotros.
Es lamentable la situación a la que se puede enfrentar el general, pero, si es lo debido, se debe respetar la ley. No podemos seguir pasando por encima de la Constitución y la ley ignorándolas, como se hizo con el resultado del Plebiscito por la paz, aquel 2 de octubre de 2016, cuando, aunque se bajó el umbral electoral al 13 % para que ganara el Sí (4’396.626 de votos en un país donde pueden votar 38’000.000 aproximadamente), ganó el No y, sin inconveniente, solo algunos ajustes, los acuerdos se firmaron en La Habana. No sé dónde andaba tanto constitucionalista en esos días que no vi tanta acción frente al tema, pero el caso ahora es que debemos hacer cumplir la ley y definir cuál es la delgada línea que los miembros de nuestra fuerza pública no deben pasar. Porque eso de ir por ahí, escuchando cómo se agrede o difama a quienes no pueden defenderse, no debe ser nada halagador para ellos.
Esperemos los resultados de la Procuraduría y confiemos en que esto nos ayudará a fortalecer nuestra ley y a nuestra institución.