La vida es un tango y quien lo baila es un loco

En medio de una de las florescencias de la vida y mientras cada uno hace lo que puede con su propia madeja, recuerdo a Carlo, un deslumbrante hombre que vi hace unas semanas. Allí estaba él: cojo, tuerto y viejo, pintando la vida de colores en óleo, acrílico y acuarela en la ciudad del arte y bajo un halo de 22 grados. La vida…esa que seguramente él mismo vio bien negra y a cuadritos pues pareciera haber estado en una guerra. Salpicando pintura y soplando el humo de su tabaco, así, en ese mismo soplo se va la vida.

En estas letras no hay nada nuevo, es escribir lo que está escrito, intentar filosofar, cuestionarse la ontología del ser. Es que la vida debería ser esa bella terraza del infinito azul…o como en Themyscira, aquella utopía feminista regida por a Ley de Afrodita que declaraba a las Amazonas inmortales. No es así, muchas veces está irreparablemente rota o amputada. Otras, el azul marítimo no es lo que parece y agita el oleaje porque la vida es vertiginosa, hace tambalear, aunque en ocasiones luzca mansa y sosegada, es turbulenta y se puede trasbocar.
Después de los 40 y quizás cuando ya han muerto nuestros padres y hay hijos, se aprende a apreciar más la vida y sus minucias. Es casi como una película en la que ya muchos están actuando y otros quieren lanzarse a su primer papel. También nos hacen muchos goles o los podemos meter incluso con la mano, aunque haya un mejor equipo que el nuestro. Beberse la vida a sorbitos o de un solo trago y después de uno bien largo y bien amargo, quizás ebrio de la vida misma, darse cuenta que sigue siendo La Dolce Vita y que se continúa lanzando la moneda a la fuente o al azar, ya sea para desear o decidir. Vivir es desear y tomar decisiones todo el tiempo.
Fotografiar la vida porque las imágenes cuentan historias o tenerla en permanente modo retrato, en donde se desenfoca el fondo y enfoca la forma, en donde nítidamente se ve al sujeto y casi su gran ego, en donde tal vez puede tener un volcán activo cubriéndole la espalda y no se sabe cuándo va a entrar en erupción. Escribir la gran e imperial vida, dejarla en anaqueles porque en cualquier momento se puede agrietar, quedar bajo cenizas, transformar en ruinas, en la campana que dobla.

La vida hecha luz cual vitral o caminar a ciegas, con los ojos cubiertos sin saber con qué se puede tropezar. Es caer incluso mirando, que duela, asustarse después de rodar, levantarse nuevamente más erguido y valorar vivir. Es vendarse los ojos a sí mismo, ir en sentido contrario, hacerse el de la vista gorda o ver solo lo que se quiere.
Pintada cuidadosamente la vida, como una ciudad de cuentos de hadas y lagos con cisnes. Vida de libro y finales felices de cuyo mundo de objetos perdidos te llaman para darte lo que es tuyo. Vida con sabor a pistacho, de agua que se vuelve lágrima, de besos de chocolate. “La vida es sueño, es un ratito, es carnaval “, Es dormir para olvidar o Vivir Para Contarla, es esperar el próximo bus o que nos deje algún tren.

Vida cobarde, de tomarle fotos a escondidas para buscarlo después. Allí encontré a Carlo, en una red social, cojo, tuerto y viejo y aún con el esbozo de lo guapo que fue. Lo veo y siento que tal vez lo vi y lo sentí en otra vida. Allí estaba él, que pinta puertas y ventanas, en esa puerta que no atravesé, aunque estaba abierta de par en par.
Vida de túneles, puentes y muros, también de la salsa que la adorna y el queso que la derrite, cada uno pone el grado de sustancia. De volar con miedo para estar en las nubes, de hacer lo prohibido, del viento que sacude, el vehemente sol, del tórrido romance, de los pajaritos en el aire ya sea para mirar o para ilusionar, de sacar los trapitos al sol algunas veces.
La vida puede ser inmanejable, inflexible, avasalladora y cruel, poco sumisa, hacer extrañar, doler, morir. Es ir de subida mientras otros bajan, andareguear. Vivir es cumplir años y desear hacerse menos antiguo. Es la familia, son los amigos, es lo innombrable.
¡Qué bonito que suena la vida! Porque es jueves de volver a lo que fue…lo que es, lo que siempre será…porque la vida cambia, es cambiar y tal vez siempre haya vida, porque huele a un nombre, porque todos estamos aprendiendo a vivir… porque la vida es un tango y quien lo baila es un loco.