Llueve en Ámsterdam
Llueve copiosamente en Ámsterdam. Después de una semana entera de impresionante ola de calor, la ciudad amanece hoy con estilo bogotano. Una lluvia ligera pero constante no para de caer. Los canales, hace 2 días repletos de felices veraneantes, permanecen vacíos.
En la ciudad viven más de 820.000 personas. Sin embargo, hay más de 1 millón de bicicletas. Muchas de ellas se ven con sombrillas, otras personas van con ponchos y ropa de lluvia, pero algunos valientes siguen con pinta veraniega. Nosotros no sabemos muy bien que hacer, pues muchos planes dependen del clima. Ya fuimos al Museo Van Gogh, una de las maravillas de esta bella ciudad, pero suena que hoy es un día para visitar más museos.
Ayer visitamos la casa de Anna Frank, uno de los tantos recuerdos del tenebroso paso de los nazis por Holanda. El 10 de mayo de 1940, el ejército alemán nazi invadió Holanda. Después de cinco días de batalla, culminó la ocupación de los Países Bajos. La Reina Guillermina que ya llevaba cincuenta años de reinado en ese momento, tuvo que huir de los alemanes. Desde Inglaterra, Guillermina infundió diariamente ánimos al pueblo holandés, a través de Radio Oranje.
La familia de Anna Frank, judíos de clase media, sufrió desde el primer momento las duras restricciones impuestas, el cierre de las sinagogas y la exclusión de la vida cotidiana. Después debieron esconderse durante más de 2 largos años, en la parte trasera de la casa que visitamos ayer. En agosto de 1944 fueron descubiertos y enviados a campos de concentración. Anna, de 15 años, murió en febrero de 1945 en Bergen-Belsen, uno de los más tenebrosos campos nazis de la Segunda Guerra Mundial.
El Museo de Anna Frank llena el alma de tristeza, pero también de indignación y coraje. ¿Cómo pudo ocurrir el Holocausto? Después de ver esta maravillosa Ámsterdam, no se puede uno imaginar como 80 años atrás aquí reinaban los nazis. El diario de Anna muestra algunos detalles de la vida cotidiana de aquella Holanda. Una frase me conmovió: “Llegará el día en que termine esta horrible guerra y volveremos a ser personas como los demás y no solamente judíos “.
Ayer, un esplendoroso verano. Hoy, frío y lluvia. Me imagino aquel comienzo de verano de 1940, una niña de 10 años feliz en la ciudad de Ámsterdam, llena de gaviotas y de flores. 5 años después, aquella niña, ahora adolescente, muere de fiebre tifoidea y de hambre en un campo de concentración. Nadie tiene comprado su destino.