Un pacifista radical
Los de antes como Alfonso López Pumarejo, junto a Darío Echandía, con la denominada “Revolución en Marcha”, que dio vida a la gran reforma de 1936 y Carlos Lleras Restrepo en 1968 que introdujo una reforma que buscó, principalmente, la creación de instrumentos de planeación e intervención económica por parte del ejecutivo –controlar el gasto público-, con un reajuste administrativo institucional para hacer operativa esa intervención estatal.
Casi un siglo después de aquella república liberal –de pensamiento- de 1936 y más de medio siglo transcurrido del 68, Alejandro Gaviria se perfila con la visión, la claridad y la disciplina de los líderes de la época, con un pensamiento lógico estructurado y formado para adelantar la transformación que el siglo que corre demanda para Colombia, principalmente de contenido económico y social y, el país, tiene la opción de elegirlo. Es un auténtico heredero de las ideas liberarles, a quien acompaño en esta cruzada y, no me cabe duda, tiene la formación, experiencia, conocimiento, tenacidad y visión, para dirigir el Estado y, proponer, con franqueza y sinceridad, las decisiones a ejecutar para impulsar la modernización del país.
Los retos son enormes y la respuesta urgente. Tiene Alejandro, el carácter, ayudado por su experiencia académica y rigurosidad, para emprender las reformas que, con urgencia requiere el país para reducir el desempleo, enfrentar la crisis ambiental, disminuir los niveles de impunidad –a través de una reforma a la justicia-, que da vía libre a la corrupción, implementar lo dispuesto en los Acuerdos de Paz frente a la Reforma Rural Integral, que sienta “las bases para la transformación estructural del campo, crear condiciones de bienestar para la población rural –hombres y mujeres- y de esa manera contribuir a la construcción de una paz estable y duradera”. Es, como lo dice el candidato, “una agenda reformista de mediano y largo plazo para el desarrollo rural”.
Pero también, para el corto plazo, está una propuesta novedosa y ambiciosa, la “pensión ciudadana universal” de 400 mil pesos mensuales, como modelo de ingreso para los adultos mayores que no están cubiertos por el sistema pensional -garantizando el mínimo vital para esta población-, así como un plan de educación para el trabajo que busca crear un millón y medio de empleos, capacitando a jóvenes y mujeres del país en busca de cerrar la brecha de habilidades. Como abanderado de la libertad, defiende la eutanasia y ha manifestado, en esta campaña, la necesidad de despenalizar y regular de las drogas, un paso insustituible para encarar un problema de salud pública.
Alejandro Gaviria, candidato presidencial por el movimiento ciudadano “Colombia Tiene Futuro”, dentro de la Coalición Centro Esperanza, es un pacifista radical, como él mismo se denomina, con ideas liberales, escritor, de academia y de Estado, una combinación esencial para emprender el giro imperioso que necesita el país. Ingeniero civil, con maestría y doctorado en economía, ex rector de la Universidad de los Andes, ex decano de economía de la misma universidad y ex ministro de Salud, representan el “ideario que define su forma de concebir la libertad, el cambio social, la política y el papel del Estado”. De voluntad inquebrantable, franco, espontáneo y decidido, renunció a la rectoría para asumir el reto más importante de su vida -y la de nosotros como colombianos, porque este, es un asunto de todas y todos-, devolverle el futuro a nuestro país.