Breve historia de un acuerdo fallido

Desde su existencia como República, Colombia ha enfrentado varias crisis políticas entre las que podríamos destacar las siguientes:
El período conocido como La Violencia, entre 1948 y 1958, que comprendió los sangrientos enfrentamientos entre conservadores y liberales, y culminó con un acuerdo llamado Frente Nacional.
El auge de los grupos guerrilleros a partir de los años 60, hasta el día de hoy. La aparición del narcotráfico, la guerra de carteles y su infiltración en la política nacional entre los años 80 y 90.
El asesinato de civiles inocentes por parte del ejército, entre 2002 y 2008, conocido con el nombre de falsos positivos.
El proceso de paz y la polarización que empezó en el 2012 y se ha extendido hasta hoy; y el Paro Nacional y la crisis social entre 2019 y 2021.
En lugar de resolverse, cada crisis ha sido el origen de la siguiente. Veamos:
El acuerdo del Frente Nacional en la práctica terminó siendo una repartición del poder entre las élites de los partidos Conservador y Liberal, y el origen del descontento social que daría vida a los primeros movimientos guerrilleros en el país.
Ese mismo descontento y los focos de pobreza propios de un país en el que el poder político, económico y social se reparte entre unos pocos, fueron caldo de cultivo para el auge del negocio del narcotráfico traído a Colombia por Pablo Escobar, su infiltración en la política nacional y negocios con la guerrilla.
Los niveles de violencia alcanzados por la guerrilla sólo fueron superados por aquellos alcanzados por los grupos paramilitares; surgidos con el propósito de defender a la población de los abusos y violencia de las guerrillas, pero que a la postre terminaron siendo un victimario más. Expertos en señalar de guerrillero a todo el que se interpusiera en su camino criminal, y en “eliminarlo”.
Entre los años 2008 y 2012, luego de varios intentos fallidos de paz, el Estado logró debilitar las estructuras militares de la guerrilla; no sin antes haberse aliado de manera clandestina e ilegal con células de los grupos paramilitares que operaban en el país.
Se lograron acuerdos con ambos grupos criminales, paramilitares y guerrilla. En el caso de los primeros, no hubo verdad ni reparación de las víctimas. Y en los acuerdos con la guerrilla no ha habido una implementación correcta de lo pactado.
Nuevamente, un país furioso y dividido por los infortunios de su historia y su incapacidad para comprenderse, sumados a los estragos de la pandemia, resultaron en el estallido social que tuvo como consecuencia decenas de muertos y desaparecidos, jóvenes en su mayoría, y un sinnúmero de heridos, abusos y violaciones sociales que le significaron al país un crítico informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
En mayo de 2022 fue elegido el primer gobierno de izquierda en el país con la promesa de reivindicar los derechos, ignorados, de un sector de la población. Sin embargo, al día de hoy hay gran frustración por la lentitud de las reformas, mientras los niveles de pobreza y desigualdad persisten y se suman al aumento de la violencia en algunos territorios y la persistencia en la polarización del país.
Después de todo lo que hemos vivido, sería justo replantearnos nuestro recorrido desde el acuerdo del Frente Nacional y hacer lo que entonces hubiera correspondido: un acuerdo de paz y desarrollo para el país en el que nadie quedara excluido.