Cien años de la llegada del tren a Ibagué
El primero de enero de 1921, hace 100 años, fue un día muy especial en la historia de la ciudad de Ibagué. Después de una espera de varios lustros, llegó a la ciudad el primer tren, permitiendo la comunicación entre Ibagué y la capital de la república. Este importante aniversario, que significó muchísimo para los ibaguereños de hace un siglo, pasó completamente inadvertido en una ciudad cuyas autoridades no tienen el menor sentido de la historia.
Han pasado en blanco los 100 años de la llegada del primer avión a Ibagué, en noviembre de 1919. Los 50 años de los IX Juegos Nacionales, en diciembre de 2020. Y ahora, los 100 años de la llegada del primer tren, en enero de 2021. Tres acontecimientos que marcaron a la ciudad en el pasado y que le significaron grandes progresos, pasaron sin pena ni gloria por parte de las autoridades municipales en nuestra ciudad. Es triste el desconocimiento de la historia, pues muestra la poca importancia que tiene el pasado para la construcción de una identidad regional orgullosa de los logros de los antepasados.
EL FERROCARRIL GIRARDOT IBAGUÉ
Para entender la importancia de la llegada del tren en 1921 hay que remontarse 30 años atrás, hasta 1892, cuando Colombia comenzaba a entender la relevancia del ferrocarril. Por Ordenanza de 4 de agosto de 1892 se autorizó al Gobernador del Tolima para contratar la construcción de vías férreas en el departamento. El 2 de febrero del año siguiente, 1893, se hizo contrato con el señor Carlos Tanco para construir un ferrocarril que comenzaba frente a Girardot, a la orilla izquierda del río Magdalena, para que llegara hasta Ibagué, con ramificaciones hacia el norte y el sur del Departamento.
Al estallar la guerra en 1899, la denominada de Los Mil Días, Tanco había construidos 17 kilómetros desde el puente de Girardot hasta muy cerca del Espinal. Tanco había establecido servicio en ese trayecto con una locomotora diminuta y unos carros de malísima calidad y muy incómodos. El servicio era tan defectuoso que la mayoría de los viajeros, para no perder tiempo y no quemarse con las chispas de la locomotora, preferían hacer el viaje a caballo o a pie. La guerra acabó de inutilizar la carrilera y el escaso material rodante.
Terminada la guerra de Los Mil Días, el señor Tanco adelantó la carrilera hasta el kilómetro 25 y la dotó de tres locomotoras, dos vagones, un carro para ganados y tres plataformas. Muerto el señor Carlos Tanco, sus herederos celebraron en junio de 1912 un contrato con el Gobierno Nacional, por el cual vendieron a éste la propiedad del ferrocarril con algunas anexidades por $30,000 oro y se comprometieron a devolver a la Nación $ 194,950 en bonos que el señor Tanco había recibido el depósito por cuenta de 25 kilómetros que no se construyeron.
En 1918, el ferrocarril ya llegaba hasta Chicoral, con los siguientes itinerarios: trenes de Flandes los domingos, lunes y jueves a las 7 y a la mañana y a las 3 de la tarde; de Chicoral a las 9 ½ y a las 5; los martes y viernes, de Flandes a las 7 y a las 5 ½ , y de Chicoral sólo a las 9 ½ de la mañana; los miércoles y sábados de Flandes a las 3 de la tarde y, de Chicoral a las 5 ½ de la mañana y a las 5 de la tarde.
En 26 años, el avance era realmente muy bajo. El gobierno decidió nombrar como gerente del ferrocarril al general Celerino Jiménez, quien le dio el impulso final a la obra. Superó el gran obstáculo natural de Gualanday y en 1919 se extendió la línea férrea hasta Picaleña. Finalmente, el primero de enero de 1921 llegó hasta la ciudad de Ibagué.
LA CELEBRACIÓN
A las once de la mañana del sábado primero de enero de 1921 llegó la primera locomotora, que estaba siendo esperada por una inmensa multitud. Cuando las sirenas de las 3 máquinas que traían el tren sonaron, un grito unánime de entusiasmo brotó de la concurrencia, mientras que la banda del municipio y los pitos de los pocos carros que había en la ciudad acompañaban el gran momento.
En representación de las autoridades de la ciudad se encontraba el Obispo de Ibagué, Monseñor Ismael Perdomo Borrero, el Secretario de Gobierno del Departamento, el Alcalde de Ibagué y su gabinete. Venían en el tren el Gerente del Ferrocarril del Tolima, General Celerino Jiménez y el ingeniero encargado de la obra, Jorge Triana. En la estación hubo un corto discurso del Obispo, dando la bienvenida a los ilustres visitantes.
Enseguida, se organizó un desfile de autos hasta el Círculo Social de Ibagué, donde los socios antioqueños y el doctor Manuel J. Sarmiento ofrecieron una copa de champaña a los visitantes. El discurso de brindis fue pronunciado por el General Félix A. Vélez, a cuyas palabras respondieron los dos invitados de honor, que recordaron la labor de los presidentes Restrepo, Concha y Suárez en la obra, así como la colaboración de los ministros Araújo, Vélez y Jaramillo por llevar el ferrocarril a Ibagué. La Orquesta Quevedo amenizó el evento.
El único inconveniente de la gran celebración se presentó en la noche, pues el baile en el Círculo Social y la gran iluminación en toda la ciudad debieron suspenderse, pues un daño en la luz eléctrica hizo imposible la realización de las festividades.
LA INFLUENCIA DEL FERROCARRIL
La llegada del ferrocarril trajo gran impulso a la ciudad, que se convirtió en un importante tramo en el camino entre Bogotá y el occidente del país. Crecieron los hoteles y el comercio, dinamizando Ibagué de una manera muy grande, que solo se volvería a ver en los IX Juegos de 1970.
La llegada del tren se complementó con la construcción de una imponente estación ferroviaria, que se inauguró en 1926. La zona se llenó de buses y de actividad comercial. El primero de enero de 1930 se complementó la ruta hacia Bogotá, con la inauguración de un imponente puente ferroviario entre Flandes, Tolima y Girardot, Cundinamarca, lo que permitió viajes directos entre Ibagué y Bogotá, sin transbordos en Girardot. Con esto, la importancia de nuestra ciudad quedó plenamente establecida por muchos años más.
LA DECADENCIA
La combinación de múltiples factores, como la construcción de buenas carreteras hacia Bogotá, el transporte aéreo, la decadencia de la empresa de Ferrocarriles Nacionales y el propio crecimiento de Ibagué hicieron que la estación, situada en el centro de la ciudad, se convirtiera en un problema para los alcaldes de la época. En 1982, 56 años después de su construcción, el bello edificio de la estación fue demolido. Solo quedan algunas fotografías, como la que publiqué aquí al comienzo de la crónica, perteneciente al archivo fotográfico de don Santiago Vila Escobar.
Al igual que en este aniversario de 1921, donde se pasó por alto el centenario de la llegada del tren, en los años 80s tampoco se respetó la arquitectura y se demolió la hermosa edificación. Al contrario de Europa y de algunos países americanos, donde la historia y el recuerdo del pasado forman parte vital de la cultura colectiva, en Ibagué arrasamos con los recuerdos. Una tristeza, que pagamos todos, pues el menor sentido de pertenencia y orgullo regional se convierte en un desprecio por la cosa pública que da paso a malos gobiernos.
Adjunto un link de mi video sobre estos hechos:
Ubicado Frente al Terminal de Transporte de Ibagué
