Darle la oportunidad al tiempo

Lo mejor se hace esperar, eso se dice, y es que hay que permitir que las cosas se desarrollen según su curso natural porque todo tiene su propio ritmo y resultado, y aunque muchas veces el efecto no sea el esperado, eso nos recuerda que vivir es la adaptación a las circunstancias exteriores. La paciencia, esa virtud que en ocasiones se relaciona con el sufrimiento, no en vano se llaman pacientes a quienes están en un hospital o consulta. Ser paciente, tolerar con serenidad y sin perder la calma.
Todos, absolutamente todos en algún momento han tenido que ser pacientes y es que vivir es esperar. Paciencia en casa con la familia, en la educación de los hijos, en el trabajo, para crecer y florecer, para sanar, para aprender. Paciencia en las adversidades, contratiempos y situaciones molestas, también en los momentos afortunados.
¿Cómo reaccionar ante esa espera y qué hacer entretanto? porque más que esperar es la respuesta y actitud ante ello. Larga es la lista de cosas por las que hay que ser pacientes, esperar algunas veces se hace un poco difícil: la tardanza, la lentitud, aguardar. La paciencia forja, muestra la reacción y tolerancia, también se entrena y si observa bien, la mayoría de las cosas por las que se impacienta pueden dar espera. Saber dar largas porque los resultados no son instantáneos. Paciencia en las cosas, situaciones, en los negocios, con las personas, porque la paciencia sostiene las relaciones.
Los hombres sabios se han vinculado con la paciencia, sin premuras o desespero ante la vida, es porque viven su ahora, su presente y porque saben que no hay atajo para lo que no está en sus manos.
Tener paciencia es darle la oportunidad al tiempo como el bambú que tarda en surgir de la tierra. Porque es jueves de volver a lo que fue, lo que es, lo que siempre será…porque todo llega y todo pasa, porque la paciencia todo lo alcanza.