Opinión

El espejismo del “mejor gobierno de la historia” bajo Gustavo Petro

Juan David Rincón Galindo

Juan David Rincón Galindo

Comunicador Social y Periodista
Especialista en Periodismo Deportivo
Socio ACORD – Tolima
Director Tolima Online

En el debate político colombiano, un argumento recurrente entre los seguidores del presidente Gustavo Petro es que basta con criticar a los gobiernos anteriores para justificar que el suyo es el mejor de todos los tiempos. Este razonamiento, que intenta desviar la atención de los incumplimientos y las inconsistencias de la actual administración, resulta ser más un ejercicio de negación que de gobernanza efectiva.

Es importante analizar esta postura: ¿realmente culpar al pasado es una defensa válida para justificar la falta de resultados? La respuesta es clara: no. Escudar la incompetencia en los errores de los anteriores mandatarios solo pone en evidencia la falta de capacidad para abordar los problemas actuales del país. Promesas de campaña como “acabar con el ELN en tres meses”, construir un tren elevado entre Buenaventura y Barranquilla, condonar las deudas con el ICETEX o congelar los precios de la gasolina y el ACPM quedaron en el aire, a más de dos años de gobierno.

Además, la estrategia de utilizar logros ajenos como banderas propias resulta cuestionable. Un ejemplo evidente es atribuirse el supuesto éxito en los precios del café, ignorando que este aumento se debe a factores climáticos internacionales, como las heladas en Brasil, y no a una política estatal de fondo.

El panorama se agrava con las contradicciones internas. Mientras se promete “acabar con la corrupción”, surgen casos de nepotismo y malos manejos en varias entidades del gobierno. A esto se suma el apoyo constante del presidente Petro a la dictadura de Nicolás Maduro, una posición que deja perplejos a muchos de sus votantes, quienes confiaban en un liderazgo que defendiera la democracia y los derechos humanos.

No se trata de negar que gobiernos anteriores cometieron errores, sino de reconocer que no se puede construir un futuro escudándose en el pasado. Una administración que promete transformaciones profundas debe entregar resultados concretos y no excusas.

La verdadera grandeza de un gobierno se mide por su capacidad de cumplir sus compromisos, resolver problemas y construir un camino sólido para las futuras generaciones. En este sentido, aún está por verse si Gustavo Petro logrará convertirse en el líder transformador que prometió ser, o si su gestión quedará como otro espejismo político más en la historia de Colombia.

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