Opinión

El Premio Nobel y la reivindicación del periodismo

Andrés Currea H.

Andrés Currea H.

Comunicador Social

Nuevamente la actividad periodística se erige como un pilar fundamental en la búsqueda de la paz, como valor intrínseco de la humanidad y la libertad de expresión como derecho esencial. Es de alto valor que la organización de los Premios Nobel, este año haya otorgado el Nobel de Paz a dos periodistas que han luchado por preservar el derecho informar y ser informado.

Se trata de María Ressa, de Filipinas y Dmitri Muratov, de Rusia, por sus esfuerzos para salvaguardar la libertad de expresión que es una precondición para la democracia y la paz duradera. El Comité Noruego del Nobel en Oslo, añadió que, al mismo tiempo, Ressa y Muratov representan a todos los periodistas que se pronuncian por este ideal en un mundo en el que la democracia y la libertad de prensa enfrentan crecientes condiciones adversas.

Este Nobel de Paz, entregado por segunda vez en toda su historia a periodistas (Carl von Ossietzky, periodista alemán lo ganó en 1935 por revelar el programa secreto de rearme de su país tras su derrota en la Primera Guerra Mundial) es un hecho que resignifica la relevante labor del periodismo como instrumento de construcción de democracia y de libertad.

En el mundo son muchos los gobiernos que prefieren mantener en silencio a los medios de comunicación o captarlos para convertirlos en aliados y hasta cómplices de acciones que afectan directamente a la población. El elevado número de periodistas asesinados por tratar de revelar verdades incomodas, de otros detenidos injustamente y de medios de comunicación cerrados engloban un grave problema donde decir la verdad y expresarla masivamente es altamente peligrosa. No en vano una de las profesionales u oficios con mayor riesgo es la del ejercicio del periodismo.

En Colombia, la problemática es la misma de Filipinas y Rusia, aquí vivimos tiempos difíciles para el desarrollo de la labor informativa. La estigmatización es otro de los fenómenos que afecta a los periodistas, en medio de la polarización se encasillan a periodistas de izquierda y de derecha, cuando el ideal es que predomine la neutralidad. Hay que reconocer que muchos periodistas ofrecen sus servicios a causas muy alejadas del verdadero propósito de informar sin sesgos.

Visto este panorama, vale la pena destacar que son muchos más los periodistas serios, que trabajan en aras al equilibrio informativo y al respeto de la libertad de expresión, como vehículo de control social, de veedor y del derecho a la información que tiene la sociedad en general.

El Nobel de Paz, entregado este año a periodistas, es un bálsamo que refresca la imagen, actualmente en el piso de la labor periodística, demuestra que el trabajo de informar va más allá de los que se cree o se piensa erróneamente, se trata de una actividad de alto valor para la sociedad por cuanto es una forma de regular de cierta manera las acciones de los agentes del Estado, a pesar de las adversidades y riesgos que esta actividad conlleva.

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