Historias

El primer encuentro con la gloria

Juan David Rincón Galindo

Juan David Rincón Galindo

Comunicador Social y Periodista
Director Tolima Online

Rodrigo, Fernando y Juan decidieron asistir al Pascual Guerrero en la ciudad de Cali. Para acompañar a su equipo del alma en la consecución de su primera estrella en el FPC, sin saber que se podría convertir en el partido más peligroso de sus vidas.

Corría enero de 2003 cuando Gabriel Camargo Salamanca, máximo dirigente del Deportes Tolima, manifestaba que no tenía como salir a competencia durante ese año, porque en el año anterior no había logrado tener unos buenos ingresos, algo que no es nada nuevo en él, ni ahora que habitualmente clasifica a torneos internacionales como la Copa Sudamericana y la Copa Libertadores.

Lo cierto es que para que el «tolimita» pudiera jugar, tuvo que pedir jugadores prestados a los llamados grandes del FPC. Precisamente, el Deportivo Cali le cedió en calidad de préstamo a Hernando «Cocho» Patiño, Giovanni «Chaza» García, Nelson «Tyson» Rivas y Freddy «Churta» Hurtado a los pijaos, debido a que en los planes de la institución no estarían presentes durante ese inolvidable año para azucareros y pijaos.

Luego de un primer semestre irregular para los de casaca vinotinto y oro, durante el segundo semestre de 2003, el Deportes Tolima realizó una buena campaña con la cual terminó sexto entre 18 equipos. Esto le dio la posibilidad de llegar a las cuadrangulares semifinales, en los que por esas cosas del azar le tocó ‘bailar con la más fea’. En frente tenía a Nacional, Medellín y Junior.

Para muchos especialistas deportivos el «tolimita», que sería la cenicienta del grupo, Ganó en la primera fecha contra Nacional en Medellín 2-1, luego empató en Ibagué con Junior 1-1 y triunfo como local 1-0 contra Medellín. Tolima logró en la primera vuelta 7 puntos, invicto y líderato. Ni el más avezado de los periodistas deportivos nacionales y por supuesto de los hinchas rivales lo podían creer. Es más, Rodrigo, Fernando y Juan; furibundos simpatizantes de la «lechona mecánica» no creían que tanta maravilla pudiera ser posible.

Un viejo zorro de los banquillos, era el DT del equipo sorpresa, Luis Augusto «Chiqui» García. Eso era tal vez una pequeña ventaja al momento de abordar la segunda vuelta y buscar sellar su paso a la final del campeonato. Sin embargo, Tolima perdió 2-0 contra Medellín y luego 3-2 contra Junior en Barranquilla. Con eso pasó a lucir nuevamente como el «tolimita» dependiendo de resultados ajenos para llegar a la final.

Junior debía perder contra Medellín y Tolima ganar por dos goles en Ibagué contra Nacional. “La veíamos bien complicada” eran las palabras de Rodrigo, Fernando y Juan.

Llegó la noche del 14 de diciembre de 2003 en el Murillo Toro de Ibagué, una jornada gloriosa de Ricardo Manuel Ciciliano con el Tolima. Puso el pase del primer gol, que abría las puertas de la final. Medellín ganaba al Junior, pero en Ibagué el reloj avanzaba y no llegaba el anhelado segundo gol.

Corría el minuto 46 y 30 segundos, John Charría realizó un centro impresionante al área, Rogeiro Pereira, un brasilero que poco se conocía en el fútbol colombiano, remató de media volea, el arquero verdolaga no logró contener el esférico y de la nada apareció Ciciliano y clavó la pelota en el fondo de la red. ¡Tolima finalista! contra todo pronóstico.

Tres días más tarde, Tolima le ganó al Cali 2-0 en el partido de ida de la final del torneo clausura. Rodrigo, Fernando y Juan tomaron la decisión de viajar para acompañar al equipo de sus amores a la Sultana del Valle, todo el por «El Sueño de una Estrella» de un primer encuentro con la gloria. Las posibilidades eran bastante altas, se tenía una buena ventaja, pero si hay un resultado traicionero en el fútbol es 2-0.

El 21 de diciembre de 2003 será una fecha que por siempre existirá en la memoria de ambas hinchadas, para los de Ibagué porque luego de 49 años y 3 días alzaron su primera copa, para los de la otra orilla sería una nueva amarga decepción ante su parcial y ante un equipo que en el papel tenía una nómina mucho más «liviana». Nuevamente veríamos a David venciendo a Goliat como en el ya recurrente pasaje bíblico cuando se logra una gesta de tales proporciones.

Rodrigo, Fernando y Juan se convirtieron en testigos de primera fila de tan glorioso momento, no sin antes ser víctimas de esa maldita intolerancia que se vive en el fútbol entre los mal llamados hinchas. «Los vamos a matar» esas fueron las palabras que escucharon mientras ascendían por la parte exterior de la tribuna occidental del Pascual Guerrero en búsqueda de su puesto en el tercer piso, no fueron solo gritos, también los recibieron con toda clase de improperios dentro de la tribuna, por fortuna algunos hinchas del Deportivo Cali los defendieron de aquellos que pretendían agredirlos y además les dieron varios tragos de aguardiente Blanco del Valle para calmar los nervios y pasar el primer susto de la tarde.

Oscar Julián Ruiz sonó su silbato y como se presagiaba, los dirigidos por Javier Álvarez salieron con toda su artillería en búsqueda de los goles que le permitieran bordar una nueva estrella, la defensa de los tolimenses era un manojo de nervios, al punto que los azucareros rápidamente abrieron el marcador.

A los 14 minutos del primer tiempo, Jorge Díaz la mandaba a guardar en el arco norte del coliseo san fernandino. Tan solo 5 minutos se demoró en caer la segunda anotación para los verdiblancos cuando el mundialista Leider Calimeño Preciado de cabeza ponía a delirar a los 55 mil hinchas azucareros que veían como el Deportivo Cali arroyaba cual tromba al desconocido Deportes Tolima.

Por fortuna a para los Pijaos apareció Henry «el Ferri» Zambrano quien se descolgó al minuto 34 por el sector izquierdo lanzó un busca pies sobre las 5,50 del arco sur  el cual no pudo despejar Gerardo Bedoya correctamente enviándolo al fondo de su propio arco y marcado un autogol que solo se gritó por Rodrigo, Fernando y Juan retumbando de una manera impresionante en un silenciado Pascual Guerrero. Sin embargo, cuando ya todo parecía estar nuevamente a favor de los dirigidos por el Chiqui se hizo presente en el marcador para los caleños Elkin Murillo finalizando el primer tiempo.

Un descanso que cayó como un bálsamo para los dirigidos por García pues debía replantear su trabajo de cara al segundo tiempo. Un gol de los verdiblancos les privaría de su primera estrella, un gol de los de Ibagué les daría su primera estrella y por último les quedaba la opción de irse a los lanzamientos desde el punto penal manteniendo la diferencia de 2 goles y confiar en su arquero Diego Gómez quien siempre se había considerado como ‘anti penal’.

Cuando los hinchas del Deportivo Cali creían que el equipo iba a salir con la misma dinámica del primer tiempo, arroyando a los nerviosos jugadores del equipo visitante y buscando marcar el cuarto gol para definir la serie a su favor, la expulsión de Breíner Belalcázar terminó por dar al traste con esa intención. Tanto locales como visitantes decidieron de manera intrínseca de tomar todas las precauciones necesarias y dejarlo a la suerte de la lotería de los penales.

Rodrigo, Fernando y Juan se dispusieron al igual que sus nuevos amigos del fútbol para sufrir de lo que sería una verdadera montaña rusa de emociones, angustias y hasta un infarto que sufriera uno de sus vecinos en el tercer piso de la tribuna occidental del estadio Olímpico Pascual Guerrero al ver como se le esfumaba el título al Deportivo Cali. Oscar Julián Ruiz lanzó la moneda al aire y en ese momento como si fuera un presagio divino el Deportes Tolima ganó el sorteo para arrancar cobrando de primero.

Precisamente sería uno de esos jugadores que le prestaron al inicio del campeonato al ex senador Camargo el que le daría la primera alegría a los pijaos, Fredy Hurtado la mando al fondo 1-0, Preciado emparejó el asunto (1-1), Leo Díaz atajó a Patiño y explotaba el Pascual, Gerardo Bedoya de villano a héroe (1-2) se iba adelante el cuadro caleño, Jhon Charría se paró al frente y empató la serie (2-2), pero apareció el anti penal de Diego Gómez tapándole el cobro a Mayer Cándelo y dejando nuevamente todo empatado.

Al frente, el brasilero Rogeiro con autoridad marcó la ventaja para el Tolima (3-2), Milton Rodríguez cobró el cuarto lanzamiento para los locales y apareció la pierna salvadora de Diego Gómez para silenciar a los 55 mil aficionados que alentaban a los azucareros.

Rodrigo, Fernando y Juan estaban al borde del grito desbordado de ¡CAMPEÓN, TOLIMA CAMPEÓN!, al frente de la pecosa se paró Jorge Artigas. El uruguayo, sin vacilar, y teniendo claro que marcando bordaría la página más gloriosa de un equipo de los llamados chicos del fútbol colombiano pateó a la izquierda de Leo Díaz.

Tan solo se escuchó como el balón besaba las mallas del arco norte del estadio sanfernandino. Un silencio sepulcral se apodero de los hinchas caleños mientras Rodrigo, Fernando y Juan se fundían en un solo abrazo, entre lágrimas y gritos tímidos de ¡SOMOS CAMPEONES!. No demoró en escucharse un sonoro aplauso que recorría cada una de las tribunas del estadio, un reconocimiento para un puñado de guerreros que sin mayores nombres terminaron escribiendo la primera página dorada de una institución que hasta ese momento no conocían que era ser CAMPEONES.

Rodrigo, Fernando y Juan, solo atinaron a bajar rápidamente al primer piso para acercarse a la malla y saludar a sus guerreros, claro está que, si les decían, amenazaban o lo que fuera pues poco les importaba mientras la adrenalina fluía a chorros, eso sí hasta que llegó la Policía, los escoltó hasta el carro en el que se movilizaban, les pidió que por su seguridad se fueran cayados y muy rápido para evitar cualquier tipo de problema.

Ellos simplemente se marcharon, atravesando todo Cali sin musitar una palabra, sin enarbolar la bandera del Vinotinto y Oro hasta que pasaron el puente Ospina, en ese momento explotaron todos en un solo grito de emoción, sabían que el recorrido iba a ser largo hasta Ibagué, pero al final el objetivo se había cumplido, Tolima era Campeón por primera vez del fútbol colombiano.

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