Opinión

Es un país para viejos

 Luis Carlos Rojas García Kaell de Cerpa

Luis Carlos Rojas García Kaell de Cerpa

Escritor

Dicen las malas lenguas que uno de los objetivos de la invención del COVID-19 era acabar con gran parte de la población de ancianos en todo el mundo para lograr, de esta manera, nivelar el sistema de pensiones.

¡Claro! Pensar que a alguien se le pudiese ocurrir una idea tan espeluznante, es como pensar que a un gobierno se le llegase ocurrir volar a punta de explosivos dos de las torres más importantes de su país para tener la excusa de invadir un país petrolero o, incluso, es tan descabellado como pensar que a un gobierno se le ocurriese asesinar a miles de inocentes y pasarlos por guerrilleros para mostrar resultados de seguridad y conseguir votos a diestra y siniestra: ¡Puras teorías de conspiración!

Como sea, las malas lenguas dicen cosas como esas. No obstante, en Canadá o el paraíso que llaman, pese a la pandemia, a las olas de calor o el frio extremo, entre otras situaciones que tiene y que pone en riesgo la vida de los ancianos, está ocurriendo una situación muy particular, y no me refiero al ataque despiadado de personajes como (François Legault Primero Ministro de Québec Canadá) en contra de los inmigrantes que durante décadas le han dado la mano a su país para que se pueda nivelar en muchos aspectos que van desde lo económico, lo laboral y hasta lo pensional, no, no me refiero a eso, a lo que voy es que, como si se tratase de una película de ciencia ficción, está en aumento los años de vida de los adultos mayores.

Según un estudio del Departamento de Estadísticas de Canadá la población de personas cuya edad está entre los 100 años, se ha triplicado entre el 2000 y el 2023, pasando, según eso, de 3.393 a 11.705 y, lo que más llama la atención es que se augura que el número aumentará en los próximos años.

Ahora bien, los expertos dicen que esto se debe a las mejoras de atención sanitaria y a la concienciación médica. No es raro entonces encontrarse con personas que tienen, incluso, más de 100 años y que viven cómodamente en sus apartamentos.

No obstante, existen cientos de miles de lugares en donde van a parar los ancianos y, aunque parezca sorprendente, una gran mayoría ellos son literalmente olvidados por sus familiares y están a merced de quien los cuidan; de hecho, hemos visto casos en donde los propios cuidadores se han atrevido a estafar a los adultos mayores y ni hablar de los malos tratos, pero, eso es otra historia.

En resumidas cuentas y pese a cualquier cosa negativa que pueda pasar con los ancianos y ancianas en este paraíso de paz, armonía y de apariencias y conveniencias, podemos decir que, a diferencias de otros lugares, sí, es un país para viejos. Y aunque ahora nos hagan el feo a los inmigrantes, seguiremos aportando con nuestro sudor, tiempo y sangre, en el sostenimiento de las pensiones y en el cuidado de los ancianos y eso es algo que este gobierno y sus regiones tienen que aceptar porque… cada cosa que ocurre: ¡Es un hecho Sam!

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