Esclavitud del siglo XXI
Un nuevo régimen de segregación política ha sido utilizado en el departamento –práctica común en todo el país-, con mucha fuerza en Ibagué, en el que, un contrato –pudiendo ser otra “coacción”-, en una ciudad sitiada por el desempleo y una ausencia marcada de oportunidades, en especial para los jóvenes, puede convertirse en un instrumento de presión electoral. Es el “mejor” mecanismo de sujeción hacía un grupo político. Las cifras son claras y las acciones inequívocas.
Las cifras. Según la Encuesta de Percepción Ciudadana 2022 de Ibagué Cómo Vamos, el 51% de los ibaguereños encuestados es pesimista sobre la situación futura de la economía local, el 63% considera que en la ciudad no es fácil emprender una actividad económica independiente con éxito y el 76% considera que, en Ibagué, es difícil encontrar trabajo, entre otros resultados; no hay que dejar de lado el 19,2% del desempleo y el 29,6% de desocupación juvenil, para el trimestre enero – marzo de 2023, según la última encuesta de mercado laboral del Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas –DANE-. Son números, lamentablemente, contundentes, de una situación, en la que son copartícipes, los administradores de la “Res publica” tolimense.
Las acciones. Un medio de comunicación publicó, la semana pasada, una grabación que podía constituir un aparente constreñimiento a la comunidad para asistir a una reunión política, disfrazada de celebración de cumpleaños, con el ánimo –en la presión a la asistencia- de la instalación del comedor comunitario del barrio, que dicho sea de paso, ya iniciamos el mes de mayo y, de la grabación se desprende, que aún no ha arrancado, al igual que la contratación de personal en las administraciones territoriales. Esto ocurre en una ciudad donde el 35,2% de los hogares comen menos de tres veces al día, ¡vergonzoso! Circuló por redes sociales, incluso por mi cuenta de Twitter, versiones que indicarían que, al parecer, habría una presión a los contratistas locales para asistir a tan “magno” evento –el cumpleaños-, en compañía –obligatoria- de un número determinado de personas; una calamidad para la ciudad, bueno y para los asistentes también. Por cierto, esta es la hora en la que no se sabe cuánto costó, ni quién financió “el mejor cumpleaños de la vida de la candidata”.
La “Realpolitk” provincial nos muestra una ciudad asediada por el desempleo y retenida por unos cuantos ladinos que, cuenta la leyenda, presionan a las personas con un contrato, unos cupos escolares, un comedor comunitario, una pavimentación, un parque, etcétera, etcétera, para mantener el círculo vicioso del atraso que padece Ibagué y con la promesa, falsa además, que ahora sí tienen las soluciones a los problemas que aquejan a la sociedad, los cuales ellos mismos contribuyeron a profundizar.
El derecho que tenemos por el solo hecho de habitar el territorio, nos impone el deber de combatir estas prácticas, pues ahí (en los que mal-gobiernan en el Tolima y lo celebran) no está la solución al atolladero, ni mucho menos habrá una respuesta a los problemas sobre los que medita el ciudadano “de a pie”, por el contrario, es más de lo mismo.