Opinión

Exceso de benevolencia

Adriana Bermúdez

Adriana Bermúdez

Creyente en que con la verdad, todo se puede. Comunicadora social, Magíster en Administración.

La línea ética de la Presidencia, aún parece que está en campaña, porque no han podido reubicarla o, definitivamente, decidieron dejarla donde la pusieron para ganar las elecciones. Esto se evidencia al designar a Alexander Farfán Suárez, alias ‘Gafas’, como gestor de paz. Este hombre es recordado por haber sido el carcelero de Íngrid Betancourt durante su cautiverio y quien fue retirado el mes pasado de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) por reincidir en su labor delictiva, actuar que parece no decirle mucho al presidente.

Otra persona que resultó premiada por el presidente fue Laura Sarabia, anterior jefe de Despacho de la Presidencia de la República y quien fue posesionada como directora del Departamento de Prosperidad Social (DPS). Recordemos que Sarabia tuvo que dejar su cargo, gracias a las denuncias que hizo Marelbys Meza, quien fuera la niñera de sus hijos, debido a un polígrafo ilegal que le aplicaron en Palacio y que fue denunciado por Meza a Revista Semana. Este comportamiento inadecuado e ilegal de Sarabia, fue recompensado otorgándole un cargo donde tendrá la oportunidad de manejar unos 10 billones de pesos de presupuesto.

Estas actuaciones del presidente hacen parecer que, al menos desde la Presidencia, siguen premiándose la ilegalidad, el actuar inadecuado de las personas y los abusos, acciones de que debieran ser condenadas por todos, desde todos los frentes. Eso hace dudar qué pasará, por ejemplo, con los delincuentes que en la noche del viernes tiraron artefactos explosivos al CAI de Suba La Gaitana, provocando un incendio del que los uniformados trataban de protegerse con simples escudos. Este hecho se presentó, al parecer, al cumplirse tres años de la muerte de Javier Ordóñez en un caso de brutalidad policial. Sin embargo, ni eso justifica las acciones emprendidas por aquellos que toman la justicia por mano propia y que deberían ser condenadas por el pueblo en general y por la justicia. Confiemos en que, de ser capturados, al presidente Petro no se le ocurrirá nombrarlos “gestores de paz”, pues dichos nombramientos parecen más pasaportes para eludir la justicia, que misiones creadas para ayudar al país.

Los gestores de paz son concebidos como personas que ayudarán, gracias a su conocimiento, a estructurar procesos de paz, acciones que deben documentarse en informe mensuales que, de no ser presentados, acarrearán la revocatoria de la designación. Lo curioso de esto es ¿qué aporte a la paz puede hacer una persona que no sabe estar en ella, que no la conoce? ¿Qué tipo de formación recibirán estas personas, para realizar su trabajo de la mejor manera posible? Porque eso de escribir informes puede sonar sencillo, pero hacerlo correctamente no es tan sencillo y la idea es estructurar de la mejor manera posible, verdaderos procesos de paz que puedan ser puestos en marcha para mejorar la estructura social de Colombia.

Confiemos en que, desde la Presidencia, se tiene pensado un verdadero acompañamiento para estas personas que asumen labores que nunca han tenido. Y digo “nunca”, porque una persona que viene de la guerrilla, del monte, o que está acostumbrada a tomar la justicia por mano propia y no denunciando ante la justicia, no es una persona acostumbrada a construir, a crear, a generar ideas que permitan la construcción de procesos que vayan en favor del país. Esperemos los resultados que ofrecerán, ante el exceso de benevolencia ofrecida por el Gobierno.

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