Opinión

La guerra del centavo de las ambulancias en Ibagué

Juan Manuel Díaz

Juan Manuel Díaz

Comunicador Social – Periodista; Especialista en Derechos Humanos y Competencias Ciudadanas de la Universidad del Tolima.

Ibagué se volvió una ciudad caótica. Hay inseguridad en varios puntos de la capital tolimense, la movilidad cada día es peor, y fácilmente un trayecto entre un punto de la ciudad a otro, puede tardar más de una hora. Es decir que aunque hemos crecido en expansión e incluso comercialmente, también han crecido nuestros problemas.

Bajo esa realidad, es inevitable que ocurran situaciones como robos, riñas, lesiones, accidentes, y especialmente que los ciudadanos tengan que acudir a un servicio de ambulancia. De entrada el SOAT casi que asegura que ante una eventual caída, golpe, lesión, atropellado, acudan al lugar de los hechos, no solo, una, sino dos, tres y hasta cuatro ambulancias al lugar, generando mayor caos vial e incluso hasta disputas entre los mismos conductores y trabajadores de este servicio en Ibagué. 

Hoy en día es común ver cinco ambulancias en un mismo lugar de algún hecho extraordinario, y lo que es peor, una competencia al estilo Nascar por las deterioradas calles ibaguereñas, para ver quien llega primero a recoger al cliente-paciente que en la mayoría de veces, no requiere ni siquiera de este tipo de servicios. 

Hoy hay que preguntar ¿Quién regula eso en Ibagué? Porque el tema de las ambulancias se está volviendo igual que el de los controles innecesarios de las busetas, nocivo para la movilidad. Cualquier extranjero que vea una escena de un accidente de tránsito en Ibagué pensaría que tenemos el mejor sistema de salud del mundo, pues hay simples choques entre vehículos que cuentan con el acompañamiento múltiple de los servicios de enfermeras y paramédicos, y perfecto si se tratara de un servicio de calidad e integral. Sin embargo la realidad pareciera indicar que la ambulancia simplemente cumple con la tarea de transportar y descargar en ASOTRAUMA al herido, cobrar y listo. 

Me parece fantástico que la administración municipal haya decretado toque de queda para menores de edad en las noches, porque muy seguramente esta medida poco popular, ayudará a disminuir esos problemas que venían presentándose en la zona rosa de Mirolindo, y en los que era común también el exceso de ambulancias, pero habrá que pensar en cómo controlar esta situación, si establecer o asignar zonas, pico y placa, o simplemente ajustar y llamar la atención para que no todos los servicios de emergencias lleguen al mismo punto, y esto en lugar de ser una ayuda, se convierta en uno más de los problemas de la golpeada Ibagué. 

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