Más promesas incumplidas

Es una tristeza escuchar a los jóvenes beneficiarios del programa Jóvenes en paz. La esperanza ya no está en sus ojos, porque desde hace tres meses no les pagan, es más, durante este tiempo y para no incumplirle a las comunidades, han puesto de su bolsillo para comprar los mercados de los comedores comunitarios que atienden y así, sostener la labor que realizan.
Este programa, responsabilidad del Ministerio de la Igualdad y que tiene, según el papel, un componente comunitario, será suspendido por falta de viabilidad. Así se lo anunciaron los coordinadores a los beneficiarios, pero no fueron capaces de asegurarles una fecha para el pago de los meses que ya les adeudan, ni de los recursos que han salido de su bolsillo para sostener el programa, sólo les dijeron que el programa dejaba de operar y que sus contratos habían terminado. ¡Qué maravilla!
Es indignante ver cómo, una vez más, este Gobierno le incumple a quienes le creyeron y lo eligieron, sin ningún tipo de conmiseración. Tanto que se quejaron desde la izquierda porque Duque les había incumplido a los firmantes del Acuerdo de Paz, cuando él no fue quien les prometió nada – Y aclaro, no estuvo bien incumplirles a quienes cumplieron, eso nunca– pero no les ha importado que este Gobierno incumpla las promesas que hizo a sus electores, a quienes debe su llegada al poder.
Y lo grave es que, para otras cosas, parece que sí hay presupuesto, como es el caso de la consulta popular que el presidente Petro quiere hacer, porque es incapaz de entender y aceptar que en la democracia que lo eligió, hay separación de poderes, así que pretende poner al pueblo, escudado en los incautos que aún le creen, a decidir a nivel macro por algo que debe escogerse desde lo micro.
Porque una consulta popular, para que sea de fácil comprensión y respuesta, está reglamentada y debe hacerse en una pregunta de carácter general, por ejemplo: “Usted quiere, Sí o No, que se apruebe la Reforma…” la que escoja, cuando la realidad es que todo el mundo quiere cambios que lo lleven a mejorar su calidad de vida, pero esa no es la manera adecuada de hacerlo, principalmente, porque “el diablo está en los detalles” y lo importante es definir cómo (el articulado), se hará.
Claro está que no puede hacerse punto por punto, porque terminaría pareciendo más una prueba de Estado que una consulta, además, no estaría bajo la comprensión del 100 % de los colombianos, porque todos no entendemos de leyes, por eso no puede y no debe hacer así.
Pero sí produce tristeza ver cómo, Mi Casa YA, Icetex y ahora Jóvenes en Paz, se quedan desfinanciados, al igual que la salud, las pensiones y el trabajo, mientras el Gobierno busca implementar reformas y consultas, sin importarle a quién afecte en el camino.
Mientras tanto, hay Márquez, Sarabia, Benedetti, Alcocer, Petro Burgos, sólo por nombrar algunos, que siguen viviendo del Estado, sin sentir el deber moral de beneficiar con su actuar al pueblo, que es a quien verdaderamente deberían servir, porque es el que les permite una vida llena de lujos y poco esfuerzo. En contraste, el pueblo que paga las remuneraciones, pasa los días viendo más promesas incumplidas por parte de aquellos a quienes puso en el poder, para que le ayudaran a vivir mejor.
¿Cómo pretende este Gobierno o cualquier otro, tener jóvenes en paz, cuando él mismo es incapaz de brindarles estabilidad laboral? ¿De garantizarles estabilidad en sus promesas? Lo primero que se debe tener para lograr paz es compromiso, porque no hay nada que haga más mella en la confianza de un ser humano, que el sentirse traicionado.