Opinión

La Pésima Costumbre de Perder Tiempo en el Fútbol Colombiano

Juan David Rincón Galindo

Juan David Rincón Galindo

Comunicador Social y Periodista
Especialista en Periodismo Deportivo
Socio ACORD – Tolima
Director Tolima Online

El fútbol colombiano (FPC) atraviesa una crisis que va más allá de los resultados en el campo. Una práctica que se ha vuelto habitual y que mina la integridad del deporte es la pérdida deliberada de tiempo. Ver a jugadores fingiendo lesiones, “mamando gallo” en las reanudaciones de costado o en los tiros de esquina, se ha convertido en una escena común y lamentable. Esta actitud, además de deshonrar el espíritu competitivo, genera una gran frustración entre los aficionados.

Es especialmente preocupante cuando estas prácticas son promovidas desde los cuerpos técnicos. No es raro escuchar mensajes desde el banco de suplentes indicando a los jugadores que se tiren al suelo simulando una lesión cuando el equipo está obteniendo un resultado favorable. Este tipo de “estrategia” no solo desvirtúa el juego, sino que también degrada la ética del deporte.

En las ruedas de prensa, los directores técnicos suelen justificar estas acciones con argumentos insostenibles. Alegan que “es parte del juego” o que “mamar gallo” es necesario para asegurar resultados. Sin embargo, estas declaraciones solo refuerzan la idea de que el resultado importa más que el juego limpio y la honestidad en la cancha.

El fútbol debe ser un reflejo de habilidades, estrategias y, sobre todo, deportividad. Perder tiempo deliberadamente no es una táctica digna, es una muestra de falta de recursos y confianza en las propias capacidades futbolísticas. Este tipo de comportamiento no solo daña la imagen del fútbol colombiano, sino que también desmotiva a los jugadores jóvenes que ven cómo se premia la trampa y no el talento.

Es hora de que los dirigentes, entrenadores y jugadores del FPC reflexionen sobre el ejemplo que están dando. El fútbol debe ser un espectáculo limpio, donde los resultados se logran con esfuerzo, habilidad y fair play. Solo así podremos devolverle al fútbol colombiano el respeto y la admiración que merece.

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