La Peste Negra y Otras Revueltas
“Con tanto espanto había entrado esta tribulación en el pecho de los hombres y de las mujeres, que un hermano abandonaba al otro y el tío al sobrino y la hermana al hermano y muchas veces la mujer a su marido, y lo que mayor cosa es y casi increíble, los padres y las madres evitaban visitar y atender a los hijos como si no fueran suyos.”
Giovanni Boccaccio, en el Decamerón (1353), describiendo la peste negra.
En las marchas registradas en nuestro país en los últimos días por los medios periodísticos nacionales e internacionales se perciben ánimos diferentes a los de las marchas que por múltiples razones se han desarrollado anteriormente.
Se percibe convicción, temor por el futuro, incertidumbre, y, tal vez, lo más generalizado, un fuerte deseo de un cambio hacia algo diferente que precisamente por su naturaleza desconocida, aún no es tan claro reconocer.
Aunque pensemos que dicho despertar no tiene nada que ver con la pandemia, la historia nos muestra que es posible que tal afirmación no sea del todo cierta.
A partir de 1346 la peste negra, una pandemia causada por la bacteria “yersinia pestis”, se extendió por Asia, África y Europa convirtiéndose sin lugar a duda, en la crisis sanitaria más catastrófica de la historia:
En Inglaterra la peste mató a cerca del 50% de su población en dos años y en Europa las estimaciones oscilan entre el 30% y el 60% de la suya. Uno de cada 10 pueblos de Inglaterra (al igual que muchos de la Toscana y otras regiones de Italia) desapareció y nunca se volvieron a fundar.
En muchas partes del noroeste de Europa, como Gran Bretaña y lo que hoy son los Países Bajos, la muerte repentina de una gran parte de los trabajadores significó mayor facilidad para los sobrevivientes de conseguir trabajo y adquirir tierras, comenzándose a producir una reducción de la desigualdad de la riqueza, es decir, la gente corriente comenzó a vivir mejor.
Dicha situación no le pareció conveniente al rey Eduardo III quien, para proteger y beneficiar a los señores feudales, promulgó la Ordenanza (1349) y el Estatuto de los trabajadores (1351) en los que, además de establecer un salario máximo reducido, obligaba a trabajar a todas las personas disponibles, varones y mujeres, y establecía restricciones y castigos a quienes no acatasen la norma.
Algunos estudiosos han relacionado la ideología del famoso Robin Hood con la gran revuelta campesina que estalló en Inglaterra en 1381, en protesta contra los impuestos de guerra y los abusos feudales decretados por el rey, extendiéndose por varios condados del sur y el este de Inglaterra y algunos puntos aislados del norte.
Los rebeldes no eran sólo campesinos, sino también artesanos y aprendices, y sin duda hubo muchos “yeomen” término ambivalente que en su sentido original significaba «joven (young-man) sirviente», y por ello se aplicaba a los sirvientes de cierta consideración en las casas nobles.
Los revoltosos llegaron a ocupar Londres y forzaron al rey a negociar personalmente con sus líderes. No tenían nada en contra del propio monarca. En aquel entonces Ricardo II era todavía un adolescente de catorce años, por lo que responsabilizaron a sus malos consejeros, eclesiásticos abusivos, extranjeros advenedizos y oficiales corruptos, haciendo justicia por mano propia sobre un buen número de ellos, linchándolos.
Al final, la revuelta fue reprimida de forma sangrienta, pero los impuestos se moderaron y los dramáticos sucesos se han mantenido en el tiempo como una clara recordación a la monarquía del poder de su pueblo cuando es tratado injustamente.
Las pandemias tienen el potencial de conmocionar a las sociedades para que se adopten nuevos estilos de vida. La peste negra, por ejemplo, provocó el fin de la servidumbre feudal y el ascenso de la clase media en Inglaterra.
En Colombia las voces de nuestros jóvenes deben ser escuchadas y tenidas en cuenta si queremos romper las cadenas a las que ya nos encontramos acostumbrados. El momento de cambiar ha llegado y debemos recordar la frase inmortalizada por un personaje creado para no olvidar:
“Cada minuto que desperdiciamos con esta falta de unión nos acerca más a la destrucción de nuestro país.”
Robin Hood