Historias

Las Mujeres en la Política, Un Papel por Protagonizar

Sandra Liliana Pinto Camacho

Sandra Liliana Pinto Camacho

Ingeniera Industrial PUJ & Administradora Hotelera AH&LA

Elaborada por representantes de todas las regiones del mundo con diferentes antecedentes jurídicos y culturales, la Declaración de Derechos Humanos fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948, constituyéndose en la mejor manera de repudiar “los actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad” cometidos durante uno de sus capítulos más vergonzosos: la II Guerra Mundial.

En su preámbulo se reafirmó “la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres” y se reiteró en su séptimo artículo,  que todos los seres humanos éramos iguales ante la ley y teníamos, sin distinción, derecho a igual protección contra toda discriminación.

En los 75 años desde que se firmó su Carta, La ONU[i] “ha hecho más para apoyar la democracia en todo el mundo que cualquier otra organización global” principalmente, a través de la promoción de los derechos humanos como requisito sine qua non para su pleno desarrollo.

Democracia, igualdad y mujeres parecieran ser las tres palabras más desafiantes en los tiempos actuales para esta organización internacional, por lo que ha resuelto delegarlas a una entidad independiente la cual no podría tener otro nombre más que ONU Mujeres.

En el protocolo firmado por nuestro país durante la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer de 1981[ii] ratificado por última vez hace más de 15 años en 2007, se hicieron importantes compromisos los cuales parecieran no haber sido adecuadamente honrados por los gobiernos de turno.

En su quinto artículo se insta a los Estados Partes a que tomen todas las medidas apropiadas para “modificar los patrones socioculturales de conducta de hombres y mujeres, con miras a alcanzar la eliminación de los prejuicios y las prácticas consuetudinarias y de cualquier otra índole que estén basados en la idea de la inferioridad o superioridad de cualquiera de los sexos o en funciones estereotipadas de hombres y mujeres” así como “garantizar que la educación familiar incluya una comprensión adecuada de la maternidad como función social y el reconocimiento de la responsabilidad común de hombres y mujeres en cuanto a la educación y al desarrollo de sus hijos.”

Aunque al suscribir dicha Carta Colombia adquirió el compromiso de cumplirla, la principal gran barrera para que la mayoría de la población colombiana representada en las mujeres participe en la política corresponde precisamente a su falta de implementación. Los patrones socioculturales aún mantienen estereotipos que recaen en nosotras y que nos muestran inferiores a los hombres, limitando nuestra capacidad organizacional y administrativa a la circunscripción de lo doméstico.

Y como si esto no fuera suficiente, la segunda gran barrera que acompaña a este imaginario cultural del deber ser y hacer de la mujer, es su histórico rol de cuidadora que dista del principio incluido en esta Carta de equiparar en ambos sexos la responsabilidad frente a los hijos.  De acuerdo con la OIT[iii], las mujeres realizan el 76,2% de todo el trabajo de cuidados no remunerados dedicándole 3,2 veces más tiempo que los hombres, lo que lo convierte en una segunda jornada laboral, por lo que, en caso de tener la energía suficiente, el tiempo para dedicar a su participación en política tendría que sustraerlo del de su sueño, de las actividades de las cuales deriva su sustento o del que dedica al cuidado y atención de su familia.

Si por alguna buena razón la mujer finalmente logra superar las barreras que le impiden ejercer sus derechos políticos, de acuerdo con la Misión de Observación Electoral MOE[iv], encontrará un clima hostil, mucho más que el que enfrentan representantes más frecuentes de estas lides. En su informe del año pasado indicaron que hubo 90 hechos violentos contra las lideresas, con un incremento del 60.7% frente al 2018, año en el que también se realizaron elecciones legislativas y presidenciales. La agresión más recurrente fue la amenaza, con 62 hechos, además de 8 atentados, 4 asesinatos, y 2 secuestros.

A pesar de todas estas dificultades y de una manera más que resuelta, las mujeres van ganando terreno.  Según la Corporación Transparencia por Colombia (TpC), en las pasadas elecciones al Congreso de la República “se avanzó en la participación de las mujeres; mientras que en el periodo 2018-2022 representaron el 21% del Senado, hoy representan un 30%. En la Cámara de Representantes, se aumentó del 18% al 29%[v].”

Sin embargo, también sacó a la luz la tercera barrera que impide que más mujeres alcancen estos nobles cargos, el acceso a los ingresos para la financiación de sus campañas. TpC encontró que las mujeres se financiaron en un 41,7% con donaciones y créditos de los particulares; otro 37% a través de recursos propios y de familiares y finalmente, con apenas un 0,2%, correspondiente a anticipos estatales.

Profundizando en el tema, TpC en su informe Acceso a Recursos para la Inclusión de las Mujeres en la Política[vi] identificó una secuencia de eventos desafortunados que dificultan a las mujeres el acceso a recursos para el financiamiento político de sus campañas.  El origen de este debacle son los escasos recursos estatales que invierten el Estado y los partidos políticos para la inclusión efectiva de las mujeres en la política obligando a que las candidatas tengan que invertir más que los hombres para salir elegidas a pesar de contar con menos recursos y menor acceso a las contribuciones, donaciones y créditos del sector privado.

El camino a una participación política igualitaria, requerirá un cambio estructural de los sistemas cultural, productivo, educativo y familiar, así como de un compromiso efectivo del Estado y de los partidos políticos que permitan la construcción de una sociedad incluyente en la que las mujeres podamos jugar el papel protagónico que hasta el día de hoy, nos mantiene reservado la historia.

[i] https://www.un.org/es/global-issues/democracy

[ii] https://www.ohchr.org/es/instruments-mechanisms/instruments/convention-elimination-all-forms-discrimination-against-women

[iii] https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—dgreports/—dcomm/—publ/documents/publication/wcms_633168.pdf

[iv] https://www.moe.org.co/25n-moe-presenta-informe-sobre-manifestaciones-de-violencia-politica-contra-liderazgos-y-candidaturas-de-mujeres-en-un-ano-de-campanas-electorales%EF%BF%BC/

[v] https://transparenciacolombia.org.co/2022/03/30/siguen-las-barreras-para-la-participacion-politica-de-las-mujeres/

[vi] https://transparenciacolombia.org.co/2022/03/30/acceso-a-recursos-para-la-inclusion-de-las-mujeres-en-la-politica/

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