Historias

Más allá del conflicto

Paola Andrea Machado Acosta

Paola Andrea Machado Acosta

Pamaco

Luis tenía cuatro años, vivía con sus padres y cuatro hermanas en la Vereda San Rafael del Corregimiento de Coello – Cocora, sus días pasaban entre juegos con los perros, gatos y gallinas de la finca, nada le preocupaba más que divertirse y bajar las dulces naranjas del árbol del patio para comer hasta saciarse, pero un día todo cambió, estaba en el solar de la finca como era habitual y escuchó el paso de caballos en el camino, su casa quedaba en un alto, así que era su costumbre asomarse y saludar a todo aquel que pasaba, pero ese día fue diferente, al salir al paso de las mulas que bajaban arriadas por un lugareño lo que observó fue una imagen que hasta el día de hoy a sus 63 años recuerda con espanto, las mulas traían costales paneleros llenos de restos de personas picados en trozos, él no dijo nada, no saludo a quien pasaba, solo dejó caer la naranja que tenía en su pequeña mano cuando su madre de un jalón lo entró a la casa para que no viera lo que pasaba, pero grabó con tal firmeza esa imagen en su mente que Don Luis piensa que lo acompañará hasta sus últimos días.

El pequeño Luis parece haber entrado en un estado de olvido, no recuerda nada de la finca, tal vez lo crudo de las imágenes que siguió presenciando hizo que su inocente mente dejara de almacenar recueros tan impactantes, a los cinco años llegó con su familia a un Barrio del sur de la ciudad, desplazados por la violencia, pero en ese momento él no entendía porque al despertar ya no estaban sus amigos de juego a su lado, era extraño ver como los siete integrantes de la familia dormían en una sola habitación y en dos camas, ya no tenía el árbol de naranjas dulces a su mano y su padre no estaba en la casa durante el día, pues tenía que irse a buscar el sustento de toda la familia, se empleó en oficios como la construcción, ayudante de carga en algunas fábricas, las labores del campo no eran una posibilidad en la creciente Ibagué.

Un día el padre de Luis escucha entre sus compañeros de labor que en un sector de la ciudad se están asentados personas, que están invadiendo un terreno baldío y él ante esta oportunidad de ofrecer a los suyos una mejor condición de vida, se arriesga, entrega la pieza la cual era casi imposible pagar y se va con toda su familia para la invasión, fueron días aún más duros, el padre de Luis no podía salir a trabajar por el temor de que llegara la policía y los desalojara, pasaban hambre, una agua de panela para el día era el alimento de los siete, pero se mantenían firmes, su meta era que se legalizara el barrio para al fin poder dormir con tranquilidad como lo hacían en la finca antes de que se recrudeciera la violencia.

Don Luis comenta que a su corta edad pensaba que si pudiera trabajar lo hubiera hecho, pero todos eran muy pequeños, su hermana mayor tenía solo 12 años, lo único que los aliviaba era que ya no pagaban arriendo y el espacio en el cual vivían era más amplio, lograron que se legalizara el terreno invadido.

El día más alegre de la semana para el pequeño Luis era el sábado, en el cual su padre llegaba en horas de la tarde con el mercado para la semana, mercado que solo alcanzaba hasta el viernes a pesar de que su madre parecía hacer magia con la poca remesa que se podía adquirir con un salario de obrero de construcción, pues para la época ese oficio era muy mal remunerado, así que su primer bocado del sábado era a eso de las 6:00PM, recuerda los sábados como los días más felices pero a la vez de angustia pues no amanecía nada de alimento, lo cual sobrellevaba con juegos y con la ilusión de ver entrar a su padre con el canasto lleno de víveres.

Cuando se funda la Escuela del Barrio es uno de los primeros en asistir, siempre anhelo estudiar pensando en dar una mejor vida a toda su familia y lo logró, le costó trabajo pero lo hizo.

Las marcas de una violencia innecesaria dejaron huella en él, el recuerdo de aquellos cuerpos en ocasiones lo atormenta, pero al final reflexiona y agradece a Dios porque les dio la oportunidad de salir vivos del lugar que tanto amaba y de hacer una vida en una ciudad extraña pero que le ha brindado las mejores oportunidades.

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