Reflexión de fin de año
Hay una frase muy popular que dice: “El próximo año será mejor”, y como si fuese poco, solemos escuchar cosas como que las personas quieren que se acabe rápido el año porque están convencidas que el año nuevo, como lo dice la canción, traerá consigo una vida nueva.
Esta creencia, muy romántica, por cierto, crea una suerte de decepción en quienes están completamente convencidos que por arte de magia todo cambia al sonar las campanas de la media noche.
Sin embargo, dicha decepción se da porque el verdadero cambio o la verdadera magia ocurre cuando el ser humano está dispuesto a cambiar y, sobre todo, a realizar cosas distintas de las que ha venido haciendo y es ahí en donde está el detalle, dijo el actor.
Son muy pocas las personas o los seres humanos que están dispuestos a cambiar para mejorar. Tal vez por eso, nuestro país y la gran mayoría de su gente, año tras año, viven lo mismo y escuchamos, para nuestro infortunio, las mismas historias.
Antes de seguir, debo aclarar que mi intención no es cambiarle el pensamiento a nadie, no; por algo titulé esta columna (Reflexión de fin de año) porque sé que es imposible que alguien lea esto y cambie así nada más. Menos, cuando ese alguien lleva tanto tiempo en el mismo círculo vicioso y lo más aterrador, cuando dichoso círculo ha pasado de generación en generación.
Claro, no voy a asegurar que llevar una mala vida es propio de nuestro país, no; sería un irrespeto de mi parte y estaría desconociendo las cosas bárbaras que ocurren en los países del norte y más allá en donde nativos y extranjeros creen que viven en el paraíso cuando la verdad es que están lejos de algo así.
Como sea, que bueno sería, para el caso de nuestra Colombia y su gente, que se pudieran erradicar tantas malas prácticas, una de ellas, el odio, la pereza, la falta de sentido de pertenencia, la ley del menor esfuerzo, la envidia, el atacar al otro sin razón ni motivo, la corrupción en todas sus esferas, la violencia, la delincuencia y muchas cosas más que, incluso, la gente cuando sale del país, se las lleva dentro de sus maletas y cual mala semilla, la van sembrando a donde sea que lleguen.
El mundo o, mejor, el planeta entero nos está gritando que es tiempo de cambiar y ojalá que, todo lo que ocurra en este 2024 nos ayude a crecer como colombianos y como seres humanos. Tenemos todo para salir adelante y ser, como lo dice nuestro presidente, el país de la belleza, el país de la vida.
Espero que esa consigna sea mucho más fuerte que el odio fomentado por los de siempre. Espero que podamos contribuir a mejorar el futuro de nuestros hijos. Espero que todo cambie en Colombia y en el mundo para que todos y todas podamos vivir en paz porque… cada cosa que ocurre: ¡Es un hecho Sam!
Feliz año nuevo.