Opinión

(Sin)Sentido común

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

Camilo Ernesto Ossa Bocanegra

Abogado Esp. Der. Público Uexternado | Mágister en AED y Políticas Públicas usal |Curso Law & Economics Harvard |ExPersonero de Ibagué |Docente U. | #Dignidad

El optimismo no realista se usa para explicar, en gran parte, los riesgos individuales que se asumen, en especial los relacionados a la vida y la salud. Cass Sunstein y Richard Thaler, este último ganador del premio Nobel de Economía en el año 2014, en su libro “Un pequeño empujón” nos traen una serie de ejemplos que caracterizan el problema de ese optimismo desbordado –e irracional- en la toma de decisiones. Por ejemplo, el caso de “los fumadores, ellos conocen los riesgos estadísticos de fumar, pero casi todos creen que tiene menos probabilidades de que se les diagnostique cáncer de pulmón o una enfermedad del corazón que a la mayoría de los no fumadores”.

Ese optimismo no realista es un rasgo característico de la naturaleza humana, acompaña a la mayoría de personas de casi todas las condiciones socioeconómicas, el cual se convierte en un problema cuando una persona sobreestima su inmunidad personal, descuida las medidas preventivas necesarias, en este caso, para combatir el virus Covid-19 y se pone en riesgo a si mismo y a las demás personas.

Es por esto que, ver el video donde aparece el Alcalde de Ibagué en una calle de honor, en un pletórico desfile, rodeado por un centenar de personas –vaya uno a saber si voluntarios u obligados-, resulta ser una acción insensata y extremadamente costosa, que, como siempre, terminaremos pagando los ciudadanos. Estas personas, incluidos los servidores públicos que acompañaron la marcha están sobreestimando su inmunidad personal y están siendo muy irracionales con el resto de los ibaguereños.

A estas personas toca recordarles que llevamos más 57 mil muertes en Colombia, que hace un mes, aproximadamente, estábamos al borde del colapso por una ocupación UCI del 99%, la misma época en la cual Ibagué aparecía en el puesto 10 de los municipios con mayor tasa de incidencia del virus con 6.319,69 casos por cada 100 mil habitantes. Y lo más grave de la situación es que, transcurrido un poco más de un mes, hemos empeorado en este indicador, pues según el Instituto Nacional de Salud, Ibagué, a corte del viernes 12 de febrero, se ubica en el puesto 8 de los municipios con mayor tasa de incidencia del virus con 8.216,74 casos por cada 100 mil habitantes, lo que resulta ser preocupante por ser un medidor de la velocidad del contagio en la población.

Mejor encausar los esfuerzos en diseñar políticas públicas tendientes a generar fuentes de empleo formales para los ciudadanos, en especial para las mujeres y los jóvenes, que son quienes más han perdido oportunidades laborales a causa de la pandemia. En buscar mecanismos y recursos para alcanzar la renta básica a los miles de hogares ibaguereños que están en condición de pobreza y vulnerabilidad –que no les llegue otro confinamiento sin una ayuda alimentaria-. En ayudar a los micro y pequeños empresarios para soportar la economía local, sin olvidar todos los esfuerzos necesarios que hay que hacer para seguir fortaleciendo el sistema de salud local.

A veces, el sentido común es el menos común de los sentidos, pero por favor, por el bien de la salud y la economía de los ibaguereños, que ese espectáculo peligroso e insensato no se repita

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