Un fundador olvidado
Cuenta mi abuelo que el fundador de San Juan de la China, un corregimiento de Ibagué, fue mi tatarabuelo, un señor llamado Juan de Mata Sánchez, pero que por ciertos líos históricos y la falta de testigos se le atribuyó el puesto a otro.
Don Juan de Mata nació en el año 1830, cuando Colombia era conocida como la República de la Nueva Granada, creció bajo el seno de una familia hacendada en el sur del país, algunos dicen que en Purificación pero otros aseguran que era del Huila.
El señor de Mata dejó su tierra natal a sus 20 años en busca de nuevos terrenos los cuales explotar con nada más que un machete y su ingenio, unos dicen que se fue caminando, otros que llevaba un burro consigo, el punto es que viajó durante dos años hasta llegar a Doima, sitio en el cual consiguió una mujer y se asentó por un tiempo moderado debido a la llegada de sus dos primeros hijos.
Ya con sus hijos un poco más grandes, emprendió de nuevo su viaje esta vez con las dos criaturas y su ahora esposa. Caminaron por las montañas del norte del Tolima hasta llegar a San Bernardo, pero Juan estaba decepcionado por el clima y la falta de agua que había, por lo que sin rendirse, siguió subiendo por la montaña hasta llegar a un plano en lo más alto, allí sintió la brisa fría recorrer todo su cuerpo, vio tierra fértil y escuchó el agua caer, en ese momento quedó maravillado y simplemente dijo “aquí está bien, éste será nuestro nuevo hogar”.
Es así como el señor Sánchez funda la finca ‘La Primavera’, primera casa de San Juan de la China y desde allí empezó a colonizar y reclamar tierras a su nombre. En una de esas exploraciones, se encontró con un plano al borde de la montaña y con sus hijos al lado les comentó “cuando yo me muera, entierreme aquí, estoy seguro que estando tan alto podré llegar más fácil al cielo”.
Tristemente y sin saberlo, las palabras de de Mata se cumplirían muy pronto.
Era el año 1902, Juan de Mata Sánchez ya llevaba un tiempo viviendo en San Juan y el poblado había crecido bastante, ya estaba la iglesia, el parque central y alguno que otro comercio, pero, como a otras regiones del país, también llegó, tarde pero llegó, la Guerra de los Mil Días y con ella los Liberales a causar destrozos.
Cuenta mi abuelo que don Juan al ver la invasión de los ’cachiporros’ no se quedó de brazos cruzados y formó una guerrilla improvisada entre los pocos hombres que tenían. Armados con machetes, piedras y una que otra arma de fuego lograron unas pocas victorias pero, lamentablemente, los Liberales eran más y tenían mejor armamento, lo que conllevó en la derrota y posterior muerte de Juan y algunos de sus hombres.
Dice mi abuelo que su papá le comentó alguna vez que a de Mata Sánchez lo asesinaron cortándole la cabeza los sanguinarios Liberales, por otro lado, mi tía abuela dice que mi abuelo suele exagerar las cosas y que a Juan lo mataron de dos disparos en el pecho, y ahí, a sus 72 años, falleció en la tierra que el mismo conquistó.
Pero la historia de Sánchez no queda ahí, sus hijos al ver que si dejaban a los Liberales vivos les tocaría vivir el mismo destino que su padre, bajaron hasta San Bernardo a pedir auxilio a otros Conservadores y, ahora sí, armados hasta los dientes y con muchos más hombres, retomaron parte de San Juan de la China y lograron repeler a los Liberales capturando vivos a algunos. Es allí, cuando en medio de un juzgado improvisado, en un momento de rabia, el primer hijo de Juan cogió su fusil y disparó contra uno de los acusados, todos quedaron impactados y él hijo de Sánchez dijo con lágrimas en los ojos “ese fue el hijueputa que mató a mi papá, ya se ha hecho justicia”.
Es así como acaba la Guerra de los Mil Días para San Juan de la China y con ella la historia de Juan de Mata Sánchez. Como le dijo alguna vez a sus hijos, estos lo enterraron en el plano que les dijo y el cual hoy es el cementerio. Ahí, en frente de dos cruces y diagonal a la tumba de sus hijos, en un hoyo que ya no tiene lápida, se encuentran los restos del señor Juan, quien fue olvidado por la historia y por la misma tierra que él fundó, pero su legado sigue vivo en la memoria de sus descendientes.
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