50 años de una hazaña deportiva
Noviembre y diciembre de 1970 fueron 2 meses muy especiales para Ibagué y el Tolima. Después de varios años de aplazamientos y sufrimientos por falta de recursos, la ciudad de Ibagué tomó un gran impulso bajo el gobierno de Carlos Lleras Restrepo y logró concretar el gran sueño de realizar los IX Juegos Nacionales. Al igual que la llegada del tren a comienzos de los años 20s dinamizó la ciudad en la primera parte del siglo XX, la cantidad de obras realizada para los IX Juegos fue el último gran esfuerzo colectivo de nuestra ciudad en la segunda mitad del siglo XX. En próximas crónicas detallaremos lo que se hizo en aquel histórico evento.
Esta crónica no detalla los IX Juegos, sino se concentra en un episodio de ese evento que para mi constituye una hazaña, que tuve el privilegio de vivir de cerca a los 13 años de edad. Un desconocido equipo tolimense, compuesto de señoras que disfrutaban jugar bolos, derrotó a los encumbrados equipos de jugadoras de gran nivel de otros departamentos, logrando ganar la medalla de oro para el departamento del Tolima. Mi madre, Gloria Ballesteros de Niño, en ese momento con 35 años de edad, era parte de aquel épico equipo que logró derrotar a Bogotá (Distrito Especial), Valle, Antioquia y Cundinamarca, las potencias deportivas del boliche en aquellos años.
Los IX Juegos, que tradicionalmente asociamos a diciembre de 1970, realmente comenzaron en la segunda semana de noviembre, con los deportes menos conocidos. Bolos, tejo, así como otras disciplinas, se jugaron antes de la inauguración formal en diciembre. El campeonato de bolos se jugó entre el 12 y el 15 de noviembre, en los clubes sociales Club Campestre, Círculo Social y Club del Comercio. Tolima armó dos entusiastas equipos en cada rama y preparó un grupo de personas para llevar las cuentas del torneo, pues no se contaba con los sistemas automáticos de anotación que hoy existen en cualquier bolera. Tuve el honor y el privilegio de ser uno de los anotadores oficiales del torneo, siendo probablemente el más joven de los jueces en unos juegos nacionales. No recuerdo que haya otra persona que a los 13 años haya hecho algo similar, aunque mi papel era modesto: estaba a cargo de llenar grandes tableros en tiza, con la anotación de los equipos. Suena fácil, pero no todo el mundo sabe llevar la relativa compleja anotación de bolos, que implica conocer que una moñona se cobra con los 2 lanzamientos siguientes, que la media se cobra con el siguiente lanzamiento, etc. Para mi fortuna, no me equivoqué ni una sola vez a lo largo de los 4 días de trabajo.
El campeonato femenino se jugó en 4 fechas consecutivas, con 12 equipos de diversos departamentos, incluyendo a Distrito Especial y Fuerzas Armadas. El jueves, las tolimenses iban de décimas, un puesto un poco por debajo de las expectativas. El viernes, pasaron al sexto puesto, que era aproximadamente lo que se esperaba. El sábado comenzó a darse la hazaña, cuando llegaron al tercer puesto, por debajo de Cundinamarca y Valle. Tolima estaba a solo 110 pines del primer lugar. El domingo 15 de noviembre fue el delirio, pues las tolimenses trabajaron de forma impresionante y lograron la medalla de oro. Descontaron los 110 pines y vencieron por 85 pines a Cundinamarca, quien ganó plata y a Valle, que logró el bronce. Un día memorable, rematado con la premiación con el bunde a bordo. Doris de Montoya, que encabezaba el equipo, logró el oro individual. Mi mamá se metió en las ocho primeras y logró la clasificación en el equipo colombiano para los Juegos Centroamericanos en Panamá en 1971. Orgullo total.
En hombres, Tolima lograba el bronce, un resultado también muy meritorio, pues Distrito y Risaralda tenían equipos muy fuertes. Basta mencionar que Risaralda estaba encabezado por Jairo Ocampo, campeón mundial de bolos 3 años después de los IX Juegos. En 1973, cuando Ocampo celebraba su campeonato mundial, tuve el honor de participar como jugador del Tolima en un Campeonato Nacional de Bolos, un par de meses antes de ingresar a la Escuela Naval. Pero volviendo a 1970, la hazaña de mi mamá y sus compañeras fue algo muy emocionante, que todavía me conmueve al recordarlo.
Todo esto me viene a la memoria por la conmemoración este mes de noviembre de los 50 años de aquella hazaña, en medio de un momento muy complicado de salud para mi mamá. En todos estos años después de 1970, ella ha pasado por un cáncer de seno, múltiples episodios cardiacos, una operación de corazón abierto y varias complicaciones más, vicisitudes todas que ha enfrentado con valentía y decisión. Viuda a los 49 años, nunca ha desfallecido ante la vida. Este año, a los 85 años, debió enfrentar una fuerte neumonía, que la llevó a una hospitalización donde contrajo el coronavirus. Ha dado la pelea con la misma fortaleza con que ganó hace 50 años su medalla de oro en los IX Juegos. Esta semana tuvimos la buena noticia de que ha superado al coronavirus, sabiendo todos que todavía quedan varias batallas por librar. Pero tenemos la certeza que Gloria Ballesteros de Niño todavía tiene fuerzas para librarlas y seguir llenándonos de amor y orgullo. Vamos para adelante, gran campeona nuestra.