Opinión

Andrés Fabián y la Ibagué de las maravillas

Juan Manuel Díaz

Juan Manuel Díaz

Comunicador Social – Periodista; Especialista en Derechos Humanos y Competencias Ciudadanas de la Universidad del Tolima.

Desde ayer Ibagué vive una situación de anormalidad en sus calles por cuenta de un bloqueo de busetas de transporte público que obligó casi que, al acuartelamiento de los ciudadanos, como en los tiempos de la pandemia.

Las principales arterias de la ciudad se llenaron de busetas atravesadas para cerrar el paso, y cientos de personas que alcanzaron a salir temprano hacia sus trabajos, vivieron un lunes terrible por cuenta de la particular protesta, que generó caos vehicular, riñas, y hasta caídas en moto por parte de los desesperados conductores que ante los bloqueos se subieron por andenes y separadores, para poder retornar a sus hogares. La razón del paro, el inconformismo del gremio transportador por el aviso de la supuesta implementación del sistema estratégico de transporte en la ciudad, y la tercerización que se pretende ejecutar con el recaudo. Aunque es claro que Ibagué necesita modernizar su sistema de transporte como ocurre en ciudades como Medellín, lo cierto es que la llamada ola naranja tiene sus argumentos y posturas, y habría que escucharlos con toda atención para llegar a los consensos, mucho más en una situación tan traumática como sucedió ayer.

Desafortunadamente, la capital del Tolima sigue sumergida en el desgobierno y el mundo de fantasía del alcalde Andrés Fabián Hurtado, el autoproclamado «hombre de las obras». Hurtado, no solo no fue a negociar con los conductores aun sabiendo un día antes de la amenaza del paro que se avecinaba, sino que continuó sus actividades con normalidad, entre ellas, una rendición de cuentas, caracterizada por las autopreguntas y una puesta en escena en el Parque Deportivo que incluyó una demostración de bicicrós, mini concierto, entrega de regalos, refrigerios, y hasta una condecoración al Concejo Municipal, ese mismo órgano el cual debe vigilarlo y hacerle control político.

Hurtado dejó la compleja situación en manos del secretario de gobierno Milton Restrepo, quien apelando al apodo que le puso el mismo Hurtado, no solo se levantó de la mesa de diálogo que se había instalado con los conductores como un mero formalismo, sino que mostró los dientes cual rottweiler, y sacó Ejército y Policía, y amenazó con desbloquear las calles a través de la fuerza pública.

Hoy, la ciudad pareciera seguir en el letargo y el descontrol en la selva de cemento como ocurriera en el estallido social de hace un par de años, y lo peor del cuento es que al ingeniero Hurtado pareciera no importarle, pues vive en un mundo de fantasía, donde todo es bonito, bueno y perfecto, y donde lo malo no existe o es un invento de los opositores llenos de odio que le quieren hacer el mal.

Algunos se preguntaban como había hecho el alcalde para llegar anoche al Parque Deportivo a su rendición de cuentas. Aunque vive a escasas dos cuadras de allí, me informó una fuente que llegó en el helicóptero imaginario en el que anda a diario por los cielos ibaguereños. De ahí el porqué no se entera de lo que pasa en el mundo terrenal.

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