Carente de mesura y sensatez

Como lo temíamos, el rifirrafe entre los presidentes de Colombia y Estados Unidos comenzó y, como también era de esperarse, no por causas menores. Afortunadamente, aún las relaciones diplomáticas de Colombia tienen al frente a alguien que tiene alguna idea de lo que significa la palabra “diplomacia”, lo que permitió que ocho horas de angustia y casi que de tragedia, pudieran resolverse, para reencausar el camino de Colombia, porque, vale la pena decirlo, fuimos los únicos que lo arriesgamos todo, en manos de un presidente que carece de mesura y sensatez.
Comencemos recordando que, desde su primer día de mandato, el pasado 20 de enero, el presidente Donald Trump tomó la decisión de capturar y deportar a aquellos inmigrantes que, además de ilegales, son delincuentes en su país. Dicha deportación de colombianos se realizó en la madrugada del 26 de enero, con la aprobación del presidente Petro, como lo evidenció en un trino de las 3:07 a. m., donde anunció la llegada de dos vuelos: uno a las 6:45 a. m., otro hacia las 10 de la mañana y nos pidió que los recibiéramos “con banderas y flores”.
El problema comenzó 34 minutos después, a las 3:41 a. m., porque el presidente cambió de opinión “Los EEUU no pueden tratar como delincuentes a los migrantes Colombianos. Desautorizo la entrada de aviones norteamericanos con migrantes colombianos a nuestro territorio. EEUU debe establecer un protocolo de tratamiento digno a los migrantes antes de que los recibamos nosotros”. Este desplante, obviamente, molestó al presidente Trump, porque le permitió evidenciar la poca seriedad que tiene su homólogo colombiano ante este tipo de trámites, además de su desconocimiento absoluto de la diplomacia, porque, aunque Petro aún no lo sabe, las relaciones internacionales del país, no se manejan a través de redes sociales.
Es curioso del presidente Petro que esta misma indignación no se manifestara en septiembre de 2024, cuando el Gobierno Biden deportó esposados, a un grupo de inmigrantes colombianos. Mucho menos cuando los compatriotas que legalmente buscan entrar a México, han sido deportados desde el aeropuerto, sin siquiera permitirles entrar al país, a pesar de tener todos sus papeles en regla. Pareciera que el trato que estos connacionales han recibido, las horas que los encierran en cuartos sin comida, sin poder dormir, sin un lugar digno para esperar el tiempo que a la guardia mexicana se le ocurre, no es tan grave para el Gobierno Nacional como sí lo es cuando se deporta a un ilegal por delinquir. ¿O será que es cuestión de afinidad política? Porque, recordemos, Biden y México son gobiernos de izquierda.
Además, el presidente Petro habla de un trato digno a los migrantes, cuando él mismo no se los ofrece, al no recibirlos. Él debía ser el primero en estar esperándolos “con banderas y flores”, abriéndoles las puertas del país del que se fueron, muy seguramente, por las pocas oportunidades que éste les ofrecía. Él, como representante de todos los colombianos, tiene la obligación de abrirles las puertas de su propio país. Él, como líder, debió poner a prueba su humildad y dejar a sus compatriotas entrar, sobre todo para librarlos del trato poco digno que, según manifestó, estaban recibiendo. Pero pudo más su ego, su soberbia, que su capacidad de liderar a Colombia y poner a salvo a los colombianos.
En consecuencia, el presidente Trump ordenó aumentar los aranceles a productos colombianos en un 25 %, la semana entrante en un 50 %; cancelar la expedición de visas y revocar de manera inmediata, las que pertenecían a funcionarios del Gobierno, aliados y partidarios. Estas graves medidas perjudicarían a todos los colombianos que llevan meses esperando su cita en la Embajada de los Estados Unidos, con el objetivo de obtener su visa e ingresar de manera legal a disfrutar del país. En segundo lugar, los grandes afectados serían los floricultores, quienes llevan un año preparándose para el día de San Valentín, fecha en que el 80 % de las flores que se reparten en los Estados Unidos son colombianas, seguido del día de la madre.
Pero como el presidente Petro no se podía quedar atrás, inmediatamente resolvió amenazar… perdón, avisar a los 15566 estadounidenses irregulares en Colombia, que debían “acercarse a nuestro servicio migratorio para regularizar su situación. ¿Creería, de verdad, el presidente Petro, que decretar medidas en contra de los americanos en Colombia, modificaría la posición del presidente Trump, ante la afrenta que significó no recibir a los deportados?
Pero como X tiene “jornada continua”, los trinos del presidente Petro continuaron, cada vez más descabellados, aunque no parecía posible. ‘Como verdolaga en playa’ habló de que Trump no le inviaría un whisky porque lo consideraba “menos”; de su terquedad, que lo llevará a morir en su ley; de querer a su lado “amantes de la libertad” y de él es quizás el último de los ‘Aurelianos Buendía. Frases como “Túmbeme presidente y le responderán las Américas y la humanidad” y “Su bloqueo no me asusta” fueron leídas por el mundo, porque el delirio de Petro no se detiene.
Sin embargo, debo reconocer que me gustó cuando habló de abrirse “A TODO EL MUNDO, CON LOS BRAZOS ABIERTOS”, haciendo referencia a lo que produce nuestro país, que, considero, tiene la calidad para estar en cada esquina del mundo. Lo curioso es ¿por qué mencionarlo hasta ahora, como retaliación a las medidas de Trump y no desde 2022, como política de Gobierno? ¿Por qué hacer referencia a esto como si fuera un ‘as bajo la manga’, cuando debía tenerlo claro desde el primer día y materializarlo en una política de Estado que abriera los mercados del mundo?
La ventaja para el amanecer de este lunes 27 de enero, es que, al parecer, el actual canciller Luis Gilberto Murillo, ha sido capaz de conjurar la crisis y lograr que Estados Unidos ponga en pausa todas las medidas, mientras Colombia cumple con sus compromisos. La pregunta que queda es ¿qué va a pasar con Colombia y sus relaciones, cuando, el 1° de febrero, quedemos en manos de una niña inexperta que pretende lograrlo todo a punta, únicamente, de buena voluntad?