Darío Gómez, un ícono de la cultura popular colombiana

Nadie es eterno en el mundo decía en quizás su canción más famosa el denominado Rey del Despecho. En días pasados la muerte tocó su puerta, y aquella obra maestra de la cultura popular colombiana, cobró mayor vigencia, pues todavía retumban en discotecas, carros y estaderos del país, aquellas canciones que inmortalizaron a grandes representantes de la música colombiana como Darío Gómez, Diomedes Díaz y el Joe Arroyo.
Si uno se pone a pensar en el éxito de los cantautores colombianos, necesariamente recuerda momentos, personas, alegrías y tristezas, pues la música transporta como vehículo a una velocidad incalculable. Diomedes Díaz, con uno de sus éxitos nos enseñó que: «De nada sirve el doctor si es el ejemplo malo del pueblo» y el Joe con su Rebelión, nos dejó una obra que además de retratar la época de la esclavitud, invita a la defensa de los derechos humanos, pero especialmente a amar incondicionalmente a quien se ama y a enfrentarse con el que sea por defender ese amor.
Cómo no hablar de las puertas que les abrió Darío Gómez a los demás artistas que han venido después, y de la riqueza musical que dejó en sus letras, en la genialidad de hacer un cover a lo colombiano de aquella famosa canción de la música disco de Gloria Gaynor, o de retratar con pinceladas, una vivencia personal como la muerte de su hija por causa de la violencia entre pandillas, y el reto que tuvo con su nieta Daniela para sacarla adelante. Darío Gómez fue para muchos un ídolo, y se convirtió en ello por la cercanía de sus letras con el colombiano promedio. ¿A quién nunca lo ha dejado entre comillas una tirana? ¿Qué persona en el mundo no ha tenido una corazonada ante una ausencia sentimental? ¿Quién no ha pensado en la dura realidad de la muerte y en que nadie vuelve del sueño profundo?
No es un secreto que la música popular está ligada a las cantinas, al consumo de alcohol, y al desorden de la vida nocturna y bohemia, pero desconocer su riqueza, y el talento de muchos de los artistas que hacen ese tipo de canciones, sería injusto con ellos, y más en esta época en donde los violines y trompetas se han fusionado con instrumentos más modernos y agradables al oído, y con letras que cuentan la vida del amor y el desamor, los sueños rotos y los que están por venir.
Paz en la tumba de Darío Gómez quien además de perder a una de sus hijas muy jóven por cuenta de la violencia de Medellín, y a una de sus hermanas, tuvo la mala fortuna de matar accidentalmente a su papá cuando tan solo era un niño, y a quien, por cosas todavía inexplicables, nunca llegó a hacerle una canción en las más de 900 que se conocen de su autoría.