Opinión

El despelote de la Secretaría de Hacienda con el predial

Juan Manuel Díaz

Juan Manuel Díaz

Comunicador Social – Periodista; Especialista en Derechos Humanos y Competencias Ciudadanas de la Universidad del Tolima.

Es una vergüenza lo ocurrido en Ibagué con el tema del impuesto predial. Primero porque esta es la hora y hay gente que no ha podido tener impreso su recibo, y segundo porque parece que la Alcaldía pagó un montón de dinero por un software que no funcionó.

Es inconcebible que en plena era tecnológica, los ibaguereños tengan que estar haciendo largas filas para reclamar su recibo de impuestos, mucho más cuando anteriormente se usaba Pisami y funcionaba a la maravilla. En este caso ni siquiera para pagarle al estado, el estado ha sido eficiente. No hay derecho.

Pese a que la administración municipal dispuso de unos funcionarios en centros comerciales, en la ciclovía, y en algunos espacios y horarios específicos, este ejercicio ha sido infructuoso, pues ni siquiera ellos en ocasiones pueden acceder al dichoso recibo, pues la plataforma está caída, o no hay sistema, o a ellos mismos se les quedó el computador o la impresora, como ocurrió alguna vez en una de esas jornadas en Multicentro. Como si eso fuera poco, la atención en la Secretaría de Hacienda es desastrosa. Además de la gran cantidad de personas haciendo fila, las vigilantes (mujeres) que custodian la entrada, son groseras, y no brindan la información adecuada. Por ejemplo hay personas que han hecho largas filas para reclamar el paz y salvo, y cuando llegan adentro a donde el funcionario, este le indica que todavía no está listo. Es decir, hay fila para descargar el recibo, fila para pagarlo, fila para radicar el paz y salvo, y fila para reclamar si está de buenas y ya lo tienen listo.

Es muy decepcionante ver como la mayoría de las personas que acuden a las instalaciones de la Secretaría de Hacienda en la 14 con segunda, es gente de la tercera edad, que no tienen ni idea de como entrar a internet, ni mucho menos como pagar por PSE o algún medio virtual. Aún así deben aguantarse el sol, el agua, el cansancio, los gritos de las vigilantes, a quienes insisto deberían mandar a un curso de buen trato y atención al público, pero principalmente deben vivir la humillación de malgastar lo que les queda de vida, haciendo fila para pagar los impuestos que se suponen financian lo público. ¡No hay derecho!

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