Opinión

Los Tres Chiflados Entre memes y disfraces, queremos políticos que se tomen el país en serio

Sara Moreno Ruiz

Sara Moreno Ruiz

Columnista Invitada

Me llamó la atención el meme de Los Tres Chiflados que compartió Neotrópico en su cuenta de X. Lo primero que debo decir es que no sabía —o, más bien, no recordaba— quiénes eran “los tres chiflados”. Al principio pensé en Una pareja de idiotas, la comedia con Jim Carrey y Jeff Daniels. Creí que, en el meme, Juan Manuel Galán era el personaje de Carrey, pero no ubicaba a los otros dos. También recordé una de mis películas favoritas: Kingpin, una comedia que cuenta la historia de un exjugador de bolos profesional alcohólico que se convierte en el representante de un prometedor talento amish. Por Kingpin fui a Pensilvania a conocer a la comunidad amish. Pero esa es otra historia…

Para descifrar el meme de Neotrópico tuve que hacer una búsqueda en Google; fue así como supe que hacía referencia a Los Tres Chiflados, de quienes, por cierto, no sabía casi nada.

A pesar del meme —apropiado para Halloween, eso sí—, la verdad es que Mauricio Cárdenas, Juan Manuel Galán y David Luna —junto a muchos más— podrían conformar un buen equipo de gobierno para que Colombia, por fin, pueda avanzar como se lo merecen todos los colombianos. Siento que lo que hemos hecho es patinar.

Desestatizamos el sistema de salud y ampliamos la calidad y la cobertura del servicio, pero estamos estancados en una reforma que ha causado mucho sufrimiento y muertes que se podían haber evitado. Debilitamos militarmente a las guerrillas, pero ocasionamos oleadas de desplazamientos que crearon cinturones de miseria en las principales ciudades, y no acabamos con el narcotráfico ni con las demás economías ilegales. Firmamos un acuerdo de paz que permitió que miles de jóvenes dejaran las armas y pudieran volver a la vida civil, pero muchos de ellos se quedaron esperando la oferta del Estado. En medio de su riqueza cultural y natural, Colombia sigue siendo un país con un desarrollo económico incipiente, concentrado en unas cuantas regiones y grupos económicos. Nada de lo que nos propongamos tendrá futuro si no logramos impulsar y democratizar ese desarrollo.

No ayudan personajes excéntricos —esos sí, chiflados— como Petro (y como Trump, y Milei, y otros —ciertos candidatos a la Presidencia de Colombia, por ejemplo—) que nos hacen perder tiempo y energía en dilemas filosóficos febriles, discursos pintorescos pero vacíos, y puestas en escena como la de aparecer en una tarima ondeando la bandera de Palestina; o la de “disfrazarse” de mototaxista durante una protesta. O, qué tal, la de decir que la aspiración presidencial se debe a la aparición de la virgen de Fátima; o la de vender tenis caros con el dibujo de un tigre para recoger fondos para la campaña; o la de decirle al entrevistador que tiene cemento en el cerebro. Etcéteras que ustedes seguramente conocen mejor que yo.

Lo cierto es que, hablando de chiflados, yo sí espero que no cometamos la tontería de ignorar las propuestas de candidatos que comparamos con idiotas solo porque no se prestan para ese circo. Es hora de cambiar el libreto: el país necesita políticos que sepan en qué se están metiendo; que tengan la voluntad de contribuir a un proyecto de país que sirva para que en Colombia todos los jóvenes, los niños y los bebés que nazcan tengan la posibilidad genuina de vivir una vida digna y realizada.

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