Sin el derecho
Cali está en recuperación, como todas las ciudades que han logrado sobrevivir a un gobierno de izquierda. Eso lo hemos sabemos todos y quienes vivimos en la ciudad, lo evidenciamos a diario. Desde la recuperación de la malla vial, que no había sido intervenida de manera contundente en más de 20 años, hasta el trabajo que se está realizando por rehabilitar y reincorporar a la sociedad de manera productiva a los habitantes de calle que han querido vincularse a la iniciativa, lo que es excelente oportunidad para todos, nos motiva a ver un Cali recuperada.
Infortunadamente, no todos los caleños aprueban o respetan este proceso, como es el caso de algunos petristas, entre ellos el representante a la Cámara Alfredo Mondragón, del Polo Democrático, quien apoyó a las personas que decidieron pintar con el mensaje “Petro no se va”, las paredes ya recuperadas de la calle 25. Esta zona será intervenida entre el 15 y 20 de octubre por un colectivo de 47 artistas locales y 2 internacionales, para lo que obtuvieron los permisos necesarios de patrimonio, a través del Comité de Arte Público. Gracias a ellos, ahora, la intervención será un poco más compleja.
Y es que estas acciones no pueden pasar desapercibidas. Como sociedad, no podemos seguir permitiendo que, quien quiera, independiente de su corriente ideológica o política, plasme lo que considera arte o mensaje de relevancia en cualquier pared, deteriorando el entorno y el patrimonio, porque hay que reconocer que, cuando las intervenciones tienen sesgos, en vez de mejorar y enlucir los espacios, los deterioran, afectando la percepción que se tiene de la zona y hasta el valor de la propiedad. Y puede que en este caso no se afecte directamente un valor económico, pero sí se afecta un valor de percepción, porque los mensajes políticos en las paredes, no generan confianza o tranquilidad en quienes visitan la ciudad. Y estamos ad portas de la COP16.
El señor Mondragón tiene su ideología y eso es respetable, pero afectar el patrimonio de todos, Cali, no es su derecho ni el de nadie. Cali es nuestra casa común y nuestro deber es cuidarla, para hacer de ella un lugar mejor, donde todos tengamos los mismos derechos y oportunidades. Infortunadamente, si le permitimos a cualquiera pintar lo que se le ocurra en cualquier espacio, tendremos que permitírselo a todos, porque, sin querer, se convierte en un derecho “Si él puede, yo puedo” y así no podremos convivir.
Es curioso ver este tipo de actuar en una persona electa por voto popular y cuyo objetivo primordial, es hacer cumplir la ley… y hasta crearla. No podemos permitir que nadie, independiente del cargo, la ideología o su poder, pase por encima de ésta o la imponga, sólo porque quiere algún provecho personal. Y no podemos seguir siendo laxos con quienes quieren pasar por encima de las normas que nos rigen, nuestro deber y responsabilidad es hacerlas cumplir.
Cali se encuentra en el camino de revivir, de retomar aquella belleza que conocimos de ella y nos hizo llamarla “La Sucursal de Cielo”, de lograr que los caleños volvamos a apropiárnosla y trabajemos a diario por mantenerla limpia, cuidada, protegida. Lo mínimo que uno podría esperar de un representante a la Cámara, elegido por voto popular, es que conozca los caminos adecuados para hacer sus luchas, las cuales deben incluir el respeto por todos y por la ciudad.