Opinión

Soñando con “cambiar deuda por crisis climática”

Adriana Bermúdez

Adriana Bermúdez

Creyente en que con la verdad, todo se puede. Comunicadora social, Magíster en Administración.

Comenzó en Cali la COP16, el evento de biodiversidad más grande del mundo y, como no se puede perder la costumbre, nuestro jefe de Estado, “El presidente del corazón del mundo”, dio un discurso inaugural cargado de sus mejores y mayores delirios que, quizás sin querer, se conectan con varias cosas que ha hecho o hace a diario.

Aprovechó el evento para recordarnos la guerra fratricida que se presenta en Gaza, pero no ha calculado la que puede desatarse en El Plateado, Cauca, gracias a su decisión de comprar los cultivos de coca de la zona, manera ‘soslayada’ de legalizar la producción. ¿Qué cree el presidente que sembrará la gente que le teme a perder su inversión, en una economía cada día más compleja?

Hizo referencia al doloroso caso de Sofía Delgado en Candelaria, relacionándolo con un problema central: la descomposición de la sociedad. Quizás es la misma descomposición de la que su partido y partidarios sacaron provecho en 2021, financiando a los jóvenes que conformaron la Primera Línea y pusieron al país, sobre todo a Cali, de cabeza durante casi dos meses. Recuerdos que no se van de la memoria…

Se preocupa por lo que llamó “el aislamiento de los hombres de la educación pública”, sin recordar que su Gobierno, financiado por Fecode, permite que los maestros interrumpan sus programas y clases por asistir a marchas que lo respaldan a él y a su gestión, como lo harán este miércoles, evidenciando el interés político de la Federación.

También habló de “la inmensa desigualdad social”, sin tener en cuenta que él mismo la promueve constantemente al hablar de “la oligarquía” y “los megarricos”, olvidando que es el presidente de Colombia y que en sus manos, están las decisiones que beneficiarán o perjudicarán a los casi 53 millones de colombianos existentes.

Como era de esperarse, en su discurso hizo referencia a la inteligencia artificial, aduciendo que maneja el destino de las bombas, carece de regulación pública y puede ser rentable para quien es despedido de su trabajo. Seguro hacía referencia a los colaboradores de Ecopetrol, quienes prontamente, tendrán que buscar nuevas fuentes de ingresos, gracias a las medidas que su Gobierno ha tomado. Pero no debemos preocuparnos, el presidente considera que la IA “puede generar felicidad en medio de la barbarie, las ciudades y las vidas destruidas”, aunque la acusó de generar “energías sucias y fósiles como carbón, petróleo y gas. Cuando la IA se articula con el carbón, petróleo y gas, se articula con el colapso climático y se produce el Armagedón”…

También habló de las finanzas mundiales y las ligó “a la codicia, a la muerte”, porque considera que, para verdaderamente salvar el mundo, los proyectos no deben ser bancables, lo que significa que no deberían ser rentables. ¿Será que al señor se le olvida con qué financió su campaña y compró sus famosos Ferragamo? ¿Con qué espera comprarle el gas a Venezuela si no hay rentabilidad en los negocios?

Sigue soñando con “cambiar deuda por crisis climática”, lo que no parece ser una opción, sobre todo porque los bancos y algunas entidades, sean de donde sean, sobreviven gracias a prestar dinero y a que se los paguen, para poder volverlo a prestar. “Solo cambiando el riesgo país por acción climática, podremos financiar el Plan Marshall, que detenga en el planeta la crisis climática, que descarbonice la totalidad de la economía”. Paradójicamente, lo que lograría que el cambio climático se diera en cada rincón, serían sanciones económicas porque, si algo nos duele, es que nos toquen el bolsillo.

Y declaró como “la primera línea de la vida” a la mujer joven, a “la que quiere parir o está pariendo la vida, se siente generadora de la vida así no quiera parir. Esa juventud debe pasar hoy al frente llevada de la mano femenina”, dignificando a la mujer y su labor. Lástima lo de “primera línea”, porque, al menos en el suroccidente del país, pocas personas quieren ser llamadas así.

Este discurso evidencia que, fuera de cambiar deuda por cambio climático, no hay otra propuesta por parte del presidente del país sede de la COP16, para luchar por preservar y aumentar la biodiversidad que nos rodea. Esperemos que, en cada uno de los encuentros que se darán durante la semana, las propuestas de los participantes sean mucho más contundentes. El mundo las necesita.

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