Opinión

Cada una de una manera diferente

Daniela Granados Linares

Daniela Granados Linares

El día en que Ana dejo de esconder sus cicatrices.

No es un secreto para nadie que aun en pleno siglo 21 el mundo continúa fabricando estereotipos en ocasiones irreales en los que se pretende encajar a la mujer, también es conocido por muchos que esto es absurdo y que el querer definir o clasificar a las mujeres bajo estereotipos de belleza específicos es imposible, somos diversas, únicas y hermosas de una forma especial y diferente cada una.

Sin embargo, es difícil el no sentirse incomoda, aludida o afectada por algunos comentarios, ya sea que vengan de nuestros más cercanos o en forma de mensajes o “bromas” que encontramos en la red, que aun sin ser directamente para nosotras pueden tocarnos de una manera negativa, no se trata en absoluto de debilidad, existen situaciones que nos duelen, y eso no nos hace débiles, nos hace humanas.

En cualquiera de los casos es una responsabilidad como mujeres el trabajar nuestra autoestima a diario, fortaleciendo nuestro amor propio e incentivando esto en otras mujeres, Ana una joven arquitecta de 30 años, es una muestra de cómo el amarnos, nos salva.

Nuestra chica de hoy vivió una infancia realmente difícil, una familia disfuncional y con conflictos, a sus escasos 5 años de edad uno de los miembros de su familia la sumergió hasta los muslos en una tina de agua hirviendo lo que genero quemaduras de tercer grado en todas sus piernas y pies, causándole cicatrices fuertes e irreversibles.

Ana fue dada en adopción a una pareja de extranjeros que procuraron hacer del resto de su vida algo mejor para recordar, como era de esperarse a lo largo de su niñez sufrió de acoso y maltrato verbal por quienes fueron sus compañeros de academia.

Las constantes burlas y comentarios, despectivos además del rechazo que recibía hicieron que creciera en ella una inseguridad que marco su infancia y adolescencia, un día cualquiera Ana se despertó harta de ser una víctima en su historia y tomo las riendas del asunto.

Luego de asistir a terapias psicológicas para liberar el dolor causado por años de discriminación y de sentirse avergonzada de su aspecto, una mañana Ana sorprendió a todos en su familia cuando abordo el comedor con una falda que dejaba ver sus piernas y una sonrisa llena de seguridad, ante la mirada de sus padres y hermana, Ana respondió con un pintoresco, “esta soy yo, así me amo”.

La joven resiliente relata que ha sido un proceso largo y exhaustivo pero gratificante, su círculo de amigos creció, su relación familiar mejoro, y sin dudar la más importante, su relación consigo misma, hoy Ana ayuda a otras mujeres que han sufrido de accidentes que dejaron marcas de por vida en sus cuerpos a empoderarse y amar su aspecto y su interior.

“para mi era realmente duro ver mis piernas en la ducha, sentía asco por mi cuerpo, rabia, mucho dolor, cuando comprendí que soy mucho más que un aspecto físico, aprendí a amarme, y fui tan feliz de poder ver en mis tantas cualidades que sentí la necesidad de ayudar a otras mujeres a ver que eran hermosas, cada una de una manera diferente, pero todas hermosas”, expresa Ana.

Amarnos definitivamente nos salva.

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