Opinión

Fanatismo ideológico

Óscar Barreto Quiroga

Óscar Barreto Quiroga

Columnista Invitado

Hace rato en Colombia venimos transitando en un estado emocional de polarización de los ciudadanos, que a mi juicio solo conduce a la confrontación y al odio, una encarnada lucha que nace desde la política, sus liderazgos y se irriga hasta la base popular, enfrentando a la sociedad hasta la violencia, sobrepasando límites legales y hasta personales, donde en el fragor de la discusión y la contienda, se violan todos los derechos de uno y otro sector.

El Bhagavad Gita, sabiamente nos dice: “La ansiedad, el odio y la ira que surgen de la pasión o el fanatismo son la fuente de toda desarmonía y foco de futuras destrucciones: Reconócelas como las verdaderas enemigas de la paz”, Jesús nos dijo: “ama tu enemigo como a ti mismo”, pareciera que estas frases milenarias, que debieran servir desde la espiritualidad como control social, como filosofía de vida, para unos y otros no funcionan. La doble moral o la moral acomodaticia imperan cuando se trata de defender a toda costa el argumento lleno de fanatismo, se pierde la razón, surge el fanatismo que enceguece, vuelve a las personas irreconciliables, tercas en sus posturas y hasta violentas.

No se puede desde la defensa de unos, considerados postulados, incitar a la agresión al otro, no se puede desde el discurso de la paz incitar al irrespeto a la institucionalidad, desde el amor a la patria gestar luchas o desde la injusticia social rebeliones. El populismo de izquierda y de derecha, que va a los extremos, no puede seguir aprovechando causas para obtener réditos electorales, es la hora de poner por encima los principios sobre las posiciones, la equidad como un modelo económico y social, que permita equilibrar la sociedad. Este centralismo loco, que se traduce en más Estado que territorio, debe invertirse para gobernar desde los territorios y sus realidades.

Odiar por odiar, confrontar a razón de diferencias políticas, religiosas o de cualquier otro tipo no pueden seguir en nuestra sociedad, esos adverbios como el “presuntamente”, no pueden ser en medio de nuestro Estado Social de Derecho, dando licencia para maltratar al que goza y se somete a nuestro modelo democrático y a las instituciones del Estado. Ni sicariato moral, menos defenestración, lo que necesitamos es más respeto por la diferencia y más democracia.

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