Opinión

La canasta familiar sin techo para colgarla

José Yesid Devia Tafur

José Yesid Devia Tafur

Estoy perplejo, nunca,  pero nunca, en mi ya largo trasegar por la vida, había sentido el rigor del alza atípica de los productos de la canasta familiar, en un mes  como lo es noviembre. Este desmesurado aumento de precios, es un fuerte impacto  que afecta  muy especialmente, a las clases menos favorecidas de la sociedad, y se puede constituir en un peligroso detonante  del inconformismo. Estas anómalas circunstancias, literalmente, son golpes bajos,  que se restringen y sancionan en las veladas boxísticas,  por cuanto  van dirigidos a la ingle y  nos sacan el  aire.

La cascada de precios elevados, en los productos básicos para los hogares;  normalmente,  se han venido presentado,  en los últimos 15 días de diciembre y en todo el mes de enero. Esto, ya ha hecho carrera y se convirtió en costumbre, tanto así,  que ni se protesta. Simplemente se acepta y en las agendas se registra como algo cotidiano. Pero que ahora nos quieran adelantar las fechas,  tácitamente preestablecidas,  para encarecer  los productos esenciales ,  es un  latigazo que lacera, lesiona y perjudica, dramáticamente el presupuesto y el bolsillo de toda la colectividad,  pero de manera muy especial y contundente,  a la franja poblacional que devenga el salario mínimo, a los vendedores ambulantes   o rebuscadores y al populoso sector,  doblemente golpeado,  como lo son aquellas personas que día a día, engrosan las filas y las  estadísticas del desempleo.

Si bien es cierto,  que se vienen conjugado una serie de factores e imprevisiones,  de muy difícil y casi imposible control y consideración,  los cuales inciden en forma determinante en esta vertiginosa escalada   del coste de todos los bienes y servicios, y que tanto productores, empresarios, industriales y comerciantes, se encuentran en sumo grado  de afectación, es importante tener en cuenta, que existe un  componente  de influencia mayúscula,  que altera toda la ecuación y que actúa como una rueda suelta, me refiero a los intermediarios, que con malas prácticas comerciales;  ( acaparamiento desabastecimiento y especulación)  contribuyen  a la escasez y al encarecimiento de la canasta básica alimentaria. Esta es una de las causas, para que los precios suban y avancen vertiginosamente por   ascensor, contrario a  los salarios e ingresos,   que lo hacen  lentamente por escalera. Ahí,  se presenta una gran descompensación, que de forma sustancial y radical, sacude las arcas,  a quienes en la cadena de la producción, sostienen prácticamente todo el  andamiaje y la parafernalia de la operación y que bien podrían considerarse como uno de los actores de mayor valía y relevancia,  en todo esta dinámica. Esto es,  el CONSUMIDOR FINAL, el  que saca la platica del bolsillo, genera la demanda y realiza la compra.

Es claro, sin discusión,  que productos como la carne de res, lo huevos, la leche y las frutas, han jalonado los precios,   coadyuvando para que la  que la inflación en el país supere el 4%, pero no podemos olvidarnos de otro factor de gran trascendencia,  que  oxigena el costo de vida. A este costal, hay que agregarle los gastos que se originan,   por el pago de los servicios públicos. Agua, luz,  gas y comunicaciones, los tres primeros, al alza mensualmente, sin ningún reparo y al parecer sin ningún control. Estos aumentos permanentes y constantes,  en los servicios, generan una situación de desesperanza, impotencia y frustración, en los estratos uno, dos tres y hasta cuatro, que se resienten gravemente, al ver que es una problemática sin solución. Los operadores hacen oídos sordos y caso omiso,  a las reclamaciones y las entidades encargadas de la regulación, son lentas, paquidérmicas,   no acompañan, oportuna ni debidamente a los usuarios que están recibiendo la afectación.

Ya para concluir mi  abordaje, de un tema de tan marcada complejidad, si miramos con suma  atención; se requiere de manera  urgente,  que el estado se apersone más de la situación y coja al toro por los cachos, para alivianar las cargas, tomando medidas de protección para que el flagelado consumidor encuentre un pronto alivio,   a su ya muy crítica y deteriorada situación económica. Se debe entender, con bastante claridad, que con una oferta de productos,  por los cielos, frente a unos ingresos y salarios, por los suelos, hace que la capacidad adquisitiva del consumidor se reduzca sustancialmente, llevándose por delante y  afectando toda la cadena de suministro y distribución.   Es preciso , que se revisen con lupa, los precios , los salarios, se maneje con mucha atención las importaciones de alimentos, se creen incentivos efectivos para los agricultores y que se meta en cintura,  con sanciones severas a los intermediarios deshonestos, al igual que a las empresas prestadoras de servicios públicos,  cuando se les demuestre inconsistencias en  cobros indebidos y excesivos.

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