Opinión

La López

Luis Carlos Rojas García

Luis Carlos Rojas García

Escritor

La política es cambiante dicen por ahí y tienen toda la razón; la política es cambiante, hipócrita, mezquina y siempre va de la mano de quienes necesitan fortalecer sus intereses personales y el de los suyos. Sin embargo, eso no es solo cosa de la política, y no estoy hablando de la cosa esa que hablaba de la cosa política, no; me refiero a que eso de ser cambiante es algo que está arraigado en el ser humano y difícilmente se puede cambiar. Por ejemplo: todo el mundo dice amar; cientos de personas, por no decir todos, están dispuestos a ayudar, a ser otros después de que pase la pandemia, a salvar el planeta, etc, etc, pero, cuando sus intereses cambian, cambia, no solo su caminado y pensamiento, sino, además, su forma de actuar.

Este es un pequeño relato que a lo mejor muy pocos entenderán. Resulta que la López, esa que todos los días se levanta con usted y anda como una sombra al lado suyo, aunque usted no se dé ni cuenta, es una muestra de lo que puede llegar a ser y a hacer el ser humano cuando anda más perdido que la misma López.

Ocurrió que la López no tenía claro su trabajo en la educación y, sin embargo, se metió de lleno a la misma, causando todo tipo de malestares porque sencillamente no estaba preparada para afrontar los retos del presente siglo. Había estudiado en otra época y su actuar era como el de esos padres y profesores que no han entendido que no pueden seguir educando de la manera como los educaron a ellos.

Asimismo, la López andaba con un libro viejo debajo del brazo e impartía una educación anticuada, sin tener en cuenta ni siquiera las nuevas tecnologías que han logrado cambiar desde la manera de vestir y hasta la de comer de toda la humanidad que hace parte de la misma.

La López, en materia pedagógica, se convirtió en un mal referente, uno pésimo. Uno tan malo que creo que el único que podría soportar algo tan bochornoso es el inepto de Iván Duque, a quién poco o nada le importa pasar a la historia como el “presidente” más incapaz, estúpido y corrupto de todos los tiempos, después de su patrón por supuesto.

Por otro lado, la López se puso su disfraz de política sin pelos en la lengua y comenzó su carrera arrimándose a los árboles que más sombra le daban; mejor dicho, la López se convirtió en una suerte de Farsardo que ni era una cosa ni era la otra, solo se sabía que era la López y ya, la misma que gritaba y vociferaba ser la campeona, la del temple, a la que no le temblaba la mano; pero, cuando por fin tuvo la oportunidad de gobernar, comenzó a aprovecharse de la desgracia de las familias de su región para hacer politiquería barata, ya que, en su misma incompetencia, ocasionó sin querer queriendo la muerte de mucha gente y a la fecha, nadie ha querido revisar nada porque en un país como Colombia cualquier uniformado, conductor de camión o el que sea puede asesinar a su antojo como si se tratase de alguna película perturbadora.

Lo anterior no quiere decir que la López solo haya sido profesora o Alcaldesa, no, la López también se ha desempeñado en otros escenarios, algunos muy comunes como en trabajos simples; no obstante, la López se las ha arreglado para causar el caos, para llevarse por delante a sus compañeros de trabajo, a la misma empresa, a la misma región y al país. Eso sin contar en la manera como le ha arruinado la vida a familias y amigos. Todo porque la López es así y no piensa cambiar.

Como quien dice, la López es la manifestación en carne propia de las malas mañas, las colombianas en este caso. Es la prueba fehaciente de que dichas mañas existen y que son el verdadero problema de una sociedad enferma y no solo de una pandemia que por cierto lograron aplanar a la brava.

La López, si todavía no ha podido entender este escrito, es usted, es él, es ella, son todos los que tienen al país envuelto en una miseria que no tiene cuando acabar. Un personaje que se transforma a su antojo, es un camaleón que vive en las redes sociales, en las escuelas, en las casas, en el gobierno, en las tiendas y supermercados, en las avenidas y hasta en el vecindario. Es esa esposa o esposo que dan mal ejemplo a esos hijos y que hacen que esa cadena de mediocridad y mala vida nunca se rompa. Es ese político corrupto, es ese mal compañero de trabajo, es todo eso y más.

Por esta razón, si a usted le da por comportarse como la López, piénselo dos veces, no vaya y sea que en cualquier momento toda esa desidia se le convierta en su propio alimento y tenga que tragar entero para después estar preguntándose: ¡Dios mío! ¿Qué estaré pagando en esta vida?

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