Historias

La Vida entre solsticios y equinoccios

Martha Lucía Barbieri

Martha Lucía Barbieri

Comunicadora Social -Yo soy la que soy –

Nací en invierno aunque no lo era, Colombia por su ubicación geográfica posee gran variedad de climas y ecosistemas pero no estaciones, por este motivo no pensamos en ellas. Hoy les haré un recorrido por las cuatro estaciones, porque quienes las conocen o las viven de manera marcada sabrán a lo que me refiero a lo largo de la lectura y para que quienes no las han experimentado aún, viajen más allá de las particularidades básicas que ya sabemos.

Las estaciones nos trazan y dividen tiempos, son un ciclo continuo, también una marca de recuerdos. Muchas veces nos referimos a algún evento puntual y hacemos alusión al verano pasado, a la fiesta que hizo alguna amiga en primavera o a que conseguí trabajo hace dos inviernos.

Es la rueda del año que se refleja en nuestro vivir: nacer, crecer, declinar y morir. Es el flujo de la vida y la interacción en armonía de todos sus elementos: nuestro cuerpo, mente, espíritu y emociones.  Las estaciones poseen significado astronómico, cultural, metafísico, religioso, espiritual, teológico, filosófico, geológico…

Se presentan de manera invertida entre un hemisferio y otro, así es que mientras en el hemisferio norte estamos en invierno, es verano en el hemisferio sur. Me referiré en los tiempos específicamente al hemisferio boreal y enumeraré las estaciones según mi gusto personal y grado de preferencia siendo la primera que mencione la que más me gusta y la última la que menos.   

Foto Martha Lucía Barbieri  

Hay una temporada que me encanta desde su nombre (en Inglés es fall), que literalmente significa caer (claro, no es que me fascine caerme por ahí) para mí lo relevante es que comparte una palabra con la expresión «estar enamorado» (fall in love), así que ya, desde su nombre, el del otoño es romántico y me enamora.

Con el otoño los días empiezan a hacerse más cortos que las noches, llega el regreso a la escuela, el flu (influenza), la migración de las aves y el viento fuerte en mi rostro con temperaturas en descenso. Es el tiempo de comer castañas asadas y llevar a los niños a recolectar manzanas en las granjas, para luego hornear un pastel con ellas o tomar su jugo o la sidra.

Es el momento de ver a las ardillas recolectar y esconder nueces y semillas.

Es la época de las calabazas de muchas formas, tamaños, texturas y colores. Ir a los huertos, ver los cultivos, tallarlas y decorar con ellas las entradas de las casas mientras te deleitas con un pedazo de tarta de calabaza y café del mismo sabor. Tal vez más tarde, quiera tomar un baño y estrenar un jabón y shampoo también de calabaza y luego hidratar la piel con una crema corporal de la misma familia.

Todo lo que pueda imaginar es de calabaza en el otoño: el pan, los raviolis, las galletas, el helado, el yogurt, la comida de sus mascotas… y las flores para decorar son unos árboles miniatura con calabacitas colgantes llamados pumpkin tree.

Foto Martha Lucía Barbieri  

En el hemisferio norte el Equinoccio de Otoño sucede entre septirmbre 21 y 23 y se prolonga aproximadamente hasta el 21 de diciembre, por lo tanto, la estación coincide en los Estados Unidos con festividades como Halloween y Acción de Gracias (el día del pavo es la celebración más importante en este país e incluso hacen un gran desfile) y en Europa con algunos feriados y festejos, incluida la fiesta de Santa Lucía que es bien celebrada en los países escandinavos. Kouyou, como lo definen los japoneses y cuyo significado es hojas rojas, es todo un privilegio.

El precioso follaje dorado, ocre y escarlata, ver caer danzantes las hojas de los árboles y con el paso de los días sentir el sonido casi crujiente de tus pasos sobre ellas. Hacer una fogata y sentir como se mezcla el olor a leña con el del petricor después de un día lluvioso.

Con el otoño llega además la depresión estacional que se verá aún más marcada en el invierno. Este sentimiento se debe a que las horas de luz solar son muy pocas, oscurece muy temprano y el alba demora en aparecer. Cuando son las cuatro y media de la tarde y se ve en el cielo la noche cerrada, se siente extraño, en ese momento quiero como siempre, estar nuevamente en Bogotá.

Con el pasar de las semanas llega el 21 de diciembre y su Solsticio de Invierno, uno de mis días favoritos del año y cuando se da comienzo oficial a la estación (dicho solsticio puede variar entre diciembre 20 al 23), es la noche más larga del año y el día en que renace el sol, momento en el cual, cuentan las leyendas que comienza a descender el Espíritu de la Navidad. De manera metafórica es el triunfo de la luz sobre la oscuridad y es por eso que se celebra el nacimiento de Jesús por estos días.  

Foto Martha Lucía Barbieri 

Con el invierno llegan las pistas de patinaje sobre hielo, los masmelos asados, el chocolate caliente, las ferias navideñas y los cuentos de hadas como el Cascanueces que presentan las compañías de ballet en las grandes ciudades. También tradiciones como escoger tu propio árbol natural de Navidad, incluso cortarlo tú mismo (hay cultivos especiales de árboles de Navidad) ir a lugares emblemáticos a ver como inauguran las festividades, las luces, los villancicos, la foto con Santa Claus y la celebración del nuevo año con muchos pirotécnicos.

Con el adorable invierno vienen los días blancos, esos en los que los copos de nieve caen con distinta intensidad y velocidad, en los que puedes decidir entre sentarte a contemplarlos a través de la ventana o salir y verlos sucumbir en tus manos para observar sus figuras antes de que se extingan, jugar, hacer angelitos o un muñeco algo deforme. También hay algunas ausencias escolares por grandes nevadas. Hay inviernos muy suaves y otros en los que nieva y nieva.

La aurora comienza más tarde, el ocaso más temprano, ya no hay hojas en los árboles y hasta a los que nos encantan las bajas temperaturas nos sentimos vulnerados con el frío. Si permaneces tan solo algún tiempo a la intemperie, las temperaturas bajo cero harán que sientas la punta de la nariz dormida, hormigueo en tus dedos, dolor en los cartílagos de las orejas y en ocasiones hasta cierta dificultad para modular las palabras.  

Foto Martha Lucía Barbieri

También con el invierno llega el llamado hielo negro, es una capa de hielo vidrioso y transparente que se forma en superficies y en el asfalto, muy resbaloso y por lo tanto bastante peligroso para conductores y peatones.

Escuchas los quejidos constantes de algunas personas por el frío, mientras ves a otros trotar por el barrio en camiseta.

Luego viene la gran celebración de San Valentín que es una de las festividades más importantes en este país. Así pasa febrero y con el mes de marzo llega el dulce olor de la primavera, esta es una frase cliché que usan algunas personas para referirse a la estación y alude a la llegada del aroma a campos de flores y frutas.  

Foto Martha Lucía Barbieri  

Pero el verdadero olor de la primavera es otro: es a tierra recién abonada y fertilizante.

Esta etapa de transición viene con la Pascua y la cacería de huevos, con el zumbido de las abejas, mucho polen que se adhiere desde tu cuerpo hasta el marco de las ventanas y las personas pasan de quejarse del frío a quejarse por las alergias. Es una estación voluble, con días casi invernales y otros bastante calientes. Sin embargo, desde el primer día de primavera ya usted verá por ahí un número considerable de personas en short y zapatos descubiertos.

En primavera escuchará el ruido en las calles que hacen las maquinas arreglando el asfalto de los estragos que causó el invierno.

También trae consigo el canto de las aves, que aunque en general es muy bello, hay uno en particular que me enloquece: el de la Mourning Dove, su canto se hace especialmente molesto y perturbador para mí.  

Foto Martha Lucía Barbieri  

Los conejos y huevos de pascua llegan en primavera. Nacen las flores, muchos patos y conejos. Hay cerezas, tulipanes y lavandas y es junto con el verano la estación que más le agrada a la mayoría de las personas. 

Foto Martha Lucía Barbieri 

Casi sin notarlo comienza el verano, llegan las vacaciones escolares, para algunos es sinónimo de diversión, playa, asados. En mi caso, es el recuerdo de lo que eran los días de descanso en mi infancia asociados al calor y sudor infinito, al agua de mar y a algún amor de verano que no prosperó.

Con el verano viene la vitamina de la luz del sol, la D, y hermosas luciérnagas que iluminan mi andar durante la noche. Los días son muy largos y colores vibrantes abundan alrededor. Hay muchas fuentes, incluso para que los niños se mojen en ellas y jueguen. El verano para mi significa saber que retorno a casa por unas cuantas semanas y de esta manera recargarme y tener polo a tierra para regresar a la rueda del año y de la vida.

Significa también emitir por fin mis quejas y protestar el doble de lo que se lamentaron los demás en las otras estaciones ya que la sensación de calor es una de las menos confortables para mí. En mi caso, lo mejor del verano es no estar durante el verano.  

Foto Martha Lucía Barbieri  

Las estaciones son un placer poético, siempre son las mismas y siempre son distintas porque se dejan descubrir constantemente.

Porque hoy es jueves de volver a lo que fue, lo que es, lo que siempre será…porque solsticios y equinoccios permanecerán y porque somos ciclos en el campo de nuestra existencia.

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