Por el Respeto y la Dignidad de los Trabajadores

Comienzan a filtrarse en algunos medios de comunicación, apartes de la reforma laboral que presentará la ministra de trabajo Gloria Inés Ramírez para su debate en el Congreso de la República y ya los gremios de comerciantes e industriales comienzan a elevar alertas que más parecen advertencias de lo que sucedería en caso de ser aprobada.
La ministra Ramírez, quien se designa orgullosamente dirigente del Partido Comunista Colombiano, propone en la reforma laboral algunos cambios que mejorarían las condiciones de los trabajadores teniendo como antecedente reciente, la exitosa concertación que lideró para establecer el incremento del salario mínimo entre los gremios, sindicatos y el Gobierno, lo que sólo se ha hecho nueve veces en la historia[i], alcanzando un valor histórico del 16%[ii].
El trámite de esta reforma laboral no sería la primera ambiciosa apuesta que lideresas y líderes con ideas progresistas han materializado, alcanzado valiosas conquistas para los trabajadores muchas de las cuales aún hoy disfrutamos[iii].

Cuando el país era gobernado por la regresiva hegemonía conservadora entre 1900 y 1930, la remuneración de los trabajadores se regía por las reglas del mercado: el trabajo se tranzaba a semejanza de cualquier otra mercancía, a mayor número de trabajadores disponibles menor paga[iv]. Los aires que soplaban de una Europa que renacía de las cenizas después de la I Guerra Mundial, traían varias ideologías entre las que los jóvenes preferían la marxista que había inspirado al líder comunista Lenin para convertir a la gigante Unión Soviética en la primera nación del mundo gobernada por el “proletariado”.
En Colombia, el malestar social por las medidas derivadas del conservatismo originó la formación de los primeros sindicatos quienes motivaban grandes huelgas que al estallar eran declaradas ilegales siendo desarticuladas violentamente tratadas como problemas de orden público, debido principalmente, al terror que despertaban las ideas “comunistas” en el Gobierno, los terratenientes y la iglesia.

El punto más álgido de la represión tuvo lugar en el departamento del Magdalena, en el acontecimiento que daría un fin vergonzoso a la supremacía conservadora y que sería conocido como la Masacre de las Bananeras. El 12 de Noviembre de 1928, 25.000 trabajadores se negaron a cortar la fruta como mecanismo de presión a la multinacional estadounidense United Fruit Company para que legalizara sus condiciones contractuales y que les brindaran unas condiciones dignas para vivir. Aunque la huelga estaba dirigida por la Unión Sindical de Trabajadores del Magdalena era apoyada por el Sindicato de la Federación de Trabajadores del Ferrocarril, la Sociedad de Agricultores del Magdalena, la Federación de Trabajadores del Magdalena y el Sindicato General de Obreros de la Sociedad Unión, conocida popularmente como la Unión Amarilla, la cual integraban trabajadores del ferrocarril, del puerto y de la construcción de Santa Marta. En la madrugada del jueves 6 de diciembre de 1928, el presidente conservador Miguel Abadía Méndez autorizaría al Ejército nacional a disparar en contra de los huelguistas masacrando a más de 1.000 campesinos, dejando en la memoria de los sobrevivientes las imágenes de los vagones del tren llenos de cadáveres los cuales enterraron en fosas recónditas aún desconocidas.
La apatía, incomprensión y violentas agresiones sobre los trabajadores que osaban reunirse sindicalmente, animaría a sus integrantes a unirse fundando varios partidos de esta corriente ideológica: el Partido Socialista Revolucionario en 1926, primer partido político marxista estable de la historia de Colombia; el Partido Comunista en 1930 y la efímera ala izquierda del Partido Liberal en 1933 denominada la Unión Nacional de Izquierda Revolucionaria (UNIR) bajo el liderazgo de Jorge Eliécer Gaitán, quien como representante electo a la Cámara había visitado la región bananera recogiendo información y material probatorio sobre la Matanza, lo que le permitió protagonizar “la primera defensa del pueblo colombiano desde el recinto del Congreso de que tuvieron memoria los bogotanos”[v].

Cuando en 1934 Alfonso López Pumarejo llegó a la presidencia ganándole a Eutiquio Timoté, candidato simbólico del Partido Comunista de Colombia, único en la contienda ya que el Partido Conservador se abstuvo de participar en las elecciones, en su gobierno conocido como “La Revolución en Marcha” aplicaría la teoría intervencionista del “New Deal” promovida por el presidente Franklin Delano Roosevelt en Estados Unidos. Dicha doctrina establecía que el Estado debía orientar la vida económica colocándose como árbitro en los conflictos entre las distintas clases sociales, protegiendo principalmente al trabajador en las relaciones obrero-patronales. En esta línea, reconocería legalmente el derecho a la huelga promoviendo activamente la formación de sindicatos e incluso apoyando la fundación en 1935 de la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC), la central sindical obrera más antigua del país, la cual haría parte de la central internacional más grande del mundo, la Confederación Sindical Internacional (CSI).
Sus políticas sociales le valieron que los más acaudalados propietarios del país de ambos partidos conformaran una liga denominada Acción Patriótica Económica Nacional, APEN, que adoptó la consigna de Benjamín Herrera “La Patria por encima de los Partidos” y que se creó con el propósito de “combatir a muerte las grandes reformas sociales impulsadas por la República Liberal y en particular por el Gobierno de la Revolución en Marcha[vi]”. Cuando el 10 de julio de 1944 La APEN intentó sacar al presidente López del poder a través del «El Cuartelazo de Pasto» o «El Golpe de Pasto», éste regresaría victorioso y fortalecido al Palacio de Nariño, con el respaldo de una multitudinaria movilización popular de tres días en la que participaron los trabajadores organizados en sindicatos y la población en general.
Tras su retorno, el presidente López decretaría la reforma laboral considerada como el mayor avance en los derechos sociales de los trabajadores en la historia de Colombia[vii], muchos de los cuales aún se conservan, entre otros la jornada laboral de 8 horas; el pago de horas extras y dominicales; las indemnizaciones por enfermedad o accidente de trabajo; la reglamentación de las cesantías; el retiro a los 55 años o tras 20 años de trabajo; el fuero sindical y el pago del salario mínimo.
La reforma laboral propuesta por la ministra Ramírez aspira devolver a los trabajadores la «estabilidad laboral» adaptándose a las nuevas formas de trabajo como lo son las relacionadas con las plataformas digitales. Como en “La Revolución en Marcha” la ministra pretende reducir la jornada semanal a 42 horas, las cuales podrán ser distribuidas en 5 o 6 días; igualmente retornaría al pago de horas extras nocturnas a partir de las 6 de la tarde y de un recargo del 100% si el trabajo se realiza los domingos o festivos; evitaría que la terminación de los contratos se haga simplemente mediante el pago de la indemnización ya que se exige un trámite disciplinario previo ante el Ministerio de Trabajo y, en caso que el trabajador sea despedido sin justa causa, podría escoger entre el reintegro con indemnización o una indemnización superior; establecería que el incremento salarial no sea menor que la inflación y que se aplique a todos los trabajadores, no sólo a quienes devengan un salario mínimo.
Los empresarios del sector de comercio, restaurantes y hoteles asociados a Fenalco han advertido que de aprobarse la reforma laboral como está planteada, correrían peligro puestos de trabajo por los altos costos que tendrían que asumir. En el mismo sentido, Matias Laks, CEO de Rappi Colombia declaró que la reforma laboral propuesta por el Gobierno puede darle un frenazo a las ganancias de los rappitenderos.
A todas y todos quienes fueron llamados “las audacias menores de treinta años”, como decía Alfonso López Pumarejo, les corresponderá apoyar o no las iniciativas de los partidos hoy llamados de izquierda, reconociendo sus luchas algunas veces poniendo en riesgo hasta sus propias vidas, abogando por el respeto y la dignidad de los trabajadores.
[i] https://www.portafolio.co/economia/finanzas/salario-minimo-concertacion-para-2023-seria-la-novena-en-la-historia-575444
[ii] Balance 2022 Y Perspectivas 2023, ANDI, Bruce MacMaster.
[iii] El Papel de los Sindicatos en la Asignación de Ingresos de la Población, María Mercedes Cuellar López, 2008.
[iv] Exposición de Motivos del Proyecto de Ley 78 de 1919 (sobre huelgas). Anales del Congreso de la República. Página 133.
[v] Herbert Braun, Mataron a Gaitán.
[vi] https://www.revistacredencial.com/historia/temas/colombia-y-el-mundo-1935
[vii] Ley 6 de 1945 “Por la cual se dictan algunas disposiciones sobre convenciones de trabajo, asociaciones profesionales, conflictos colectivos y jurisdicción especial de trabajo.”